Asesinado un guineano en un ajuste de cuentas por drogas

Un ajuste de cuentas entre supuestos traficantes de drogas acabó ayer con la muerte por un disparo de escopeta de Anssu Seidi, de 39 años y con nacionalidad de Guinea-Conakry. La forma en que se produjeron los hechos sembró la alarma entre los vecinos del inmueble de la calle de Padilla número 245 de Barcelona, que en un principio creyeron que se trataba de un hecho de xenofobia porque la víctima era de raza negra. Sobe las diez de la mañana de ayer, tres individuos enmascarados, cuya identidad se desconoce por el momento, llamaron a la puerta del piso habitado por Arissu Seidi, el portugués J...

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Un ajuste de cuentas entre supuestos traficantes de drogas acabó ayer con la muerte por un disparo de escopeta de Anssu Seidi, de 39 años y con nacionalidad de Guinea-Conakry. La forma en que se produjeron los hechos sembró la alarma entre los vecinos del inmueble de la calle de Padilla número 245 de Barcelona, que en un principio creyeron que se trataba de un hecho de xenofobia porque la víctima era de raza negra. Sobe las diez de la mañana de ayer, tres individuos enmascarados, cuya identidad se desconoce por el momento, llamaron a la puerta del piso habitado por Arissu Seidi, el portugués José Carlos Almeida Antúnez, también de raza negra, y Samba Balde, de 27 años, con pasaporte de Guinea-Conakry."Es el gas", dijo uno de los asaltantes para que les abrieran la puerta. Cuando Seidi abrió confiado recibió un disparo en la cabeza que le causó la muerte instantánea. La rápida llegada de los efectivos policiales y el desconcierto inicial impidieron a sus compañeros de piso hacer desaparecer los más de 200 gramos de heroína pura que acababan de recibir para distribuirla al por menor.

Tanto el portugués Almeida Antúnez, con numerosos antecedentes por tráfico de estupefacientes, como el guineano Balde fueron detenidos, y de su interrogatorio se desprende que el asalto del piso y la muerte de su compañero se debió a un ajuste de cuentas entre bandas de narcotraficantes.

La policía ya había registrado dos veces el piso -incluso llegó a infiltrar a varios agentes- y los vecinos explicaron el abundante tráfico de personas que se producía en el mismo.

Al parecer, los dos guineanos acababan de llegar a Barcelona y efectuaban misiones de camellos para el portugués Almeida Antúnez, que ya había sido detenido en seis ocasiones por supuesto tráfico de estupefacientes y otra por incumplir la ley de extranjería.

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