Tribuna:ATAQUE A LA GLASNOT

La libertad de prensa, en peligro

ALEXÉI SÍMONOVEl autor cree que, tras el estrangulamiento económico de la prensa, ha llegado en Rusia el momento del exterminio físico

El pasado lunes, la noticia número uno en el canal principal de la televisión rusa fue la visita de la Reina de Inglaterra; la número dos, el asesinato del joven periodista Dmitri Jólodov a manos de terroristas desconocidos que colocaron un explosivo en una maleta.Hace un par de meses, cuando se celebró en Moscú un Congreso sobre problemas del periodismo, organizado por el Consejo de Europa y el Ministerio de Exteriores de Rusia, se consideró como un exotismo que yo expresara dudas respecto a la oportunidad de tal reunión cuando la prensa estaba bajo dirección de una persona que no ocultaba su...

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El pasado lunes, la noticia número uno en el canal principal de la televisión rusa fue la visita de la Reina de Inglaterra; la número dos, el asesinato del joven periodista Dmitri Jólodov a manos de terroristas desconocidos que colocaron un explosivo en una maleta.Hace un par de meses, cuando se celebró en Moscú un Congreso sobre problemas del periodismo, organizado por el Consejo de Europa y el Ministerio de Exteriores de Rusia, se consideró como un exotismo que yo expresara dudas respecto a la oportunidad de tal reunión cuando la prensa estaba bajo dirección de una persona que no ocultaba sus opiniones fascistas: el ministro de Información Borís Mirónov, que fue cesado a fines de septiembre. Dos meses antes, los representantes de la Unión Europea que organizaron un seminario, sobre tolerancia y periodismo, menospreciaron algunas declaraciones "exóticas", como que la situación de los derechos humanos en Rusia no le permite aspirar a ingresar en la Gran Europa. Hace un año, en octubre de 1993, el júbilo con ocasión de la victoria de las fuerzas democráticas era tan grande que resultaba incómodo exigir a los vencedores que rindieran cuentas sobre quién mató a 7 periodistas, hirió a 15, pegó, mutiló, detuvo y destrozó el equipo de otros 72. Esto, según parece, también fue atribuido al exotismo ruso. Mientras tanto, ese entretenimiento exótico denominado "caza impune de periodistas indeseables" ha durado un año, de octubre a octubre: a los siete que perecieron inicialmente se le han añadido cinco más. No se halló a ningún culpable.

Hace un año, después de los sucesos de octubre, los periodistas se dirigieron al ministro del Interior, Víctor Yerin, para exigirle que se investigara el uso de la violencia por parte de las tropas antidisturbios (el OMON) y los policías contra los periodistas. No se hizo nada. Ahora, el presidente de Rusia ordenó controlar la investigación del asesinato del joven periodista moscovita. ¿Y a quién se lo ordenó? Al mismo Yerin, cuyos chicos fueron los que hace un año hirieron y mataron a la mayor parte de los periodistas en los estudios de televisión de Ostankino y en la Casa Blanca, entonces sede del Parlamento.

El martes, en la conferencia de prensa dedicada al asesinato del periodista en Moscú y a los atentados violentos contra los colegas en San Petersburgo, el Secretario de la Unión de Periodistas dijo que, una vez concluido el estrangulamiento económico de la prensa, ha empezado la etapa de su exterminio físico. La distribución del periódico vale varias veces más que el mismo periódico.Prensa dispersa

La prensa rusa, donde cada medio se dedica a fa supervivencia en solitario, es dispersa y poco capaz de un acto común de resistencia o de protesta. Las subvenciones estatales, que se distribuyen tanto a nivel federal como también a niveles regionales y municipales, ayudan a sobrevivir a algunas publicaciones pero, al mismo tiempo, las hacen más obedientes, más tolerantes al comportamiento de la estructura del poder. En enero, cuando los directores de los periódicos más influyentes de Moscú debatieron sobre la posibilidad de una huelga semanal en defensa de sus derechos económicos, tres diarios se negaron: un periódico militar (por razones de la disciplina), un periódico estatal (por falta de deseo de morder la mano que le alimenta), y un periódico juvenil (para subrayar su juvenil independencia, incluso de la solidaridad con colegas). Los periódicos procomunistas no estuvieron en aquella reunión, porque no les habían invitado.

Es un lugar común que la prensa es un termómetro de la salud social. En nuestro termómetro, la escala está desquiciada, el mercurio dividido en partículas aisladas. Y se dispone a empezar a indicar todo lo que le ordenen. Ya es hora de dejar de considerar lo que ocurre en la prensa rusa y con los periodistas rusos como fallos exóticos de un camino particular de Rusia hacia la democracia. Europa corre el riesgo de estar despistada en el momento en que se forme una triste cola de demandantes rusos a la puerta del Tribunal Europeo de Derechos Humanos.

preside la Fundación de Defensa de la Glasnost.

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