Tribuna:

Lógica

Los obispos son insaciables: no les basta con que en los colegios de un Estado aconfesional como el nuestro sea obligatorio enseñar religión y moral católicas a quienes lo pidan sino que pretenden que se penalice a los niños laicos con una asignatura fuerte. Un día oí por la radio a un cura explicando este disparate: decía que los que estudian religión podrían dejar de hacerlo si ven que sus amiguitos agnósticos están, mientras tanto, en el recreo; sería como premiar la falta de fe, añadió sin necesidad de aguantarse la risa ni nada. No me acuerdo por cuántas universidades había pasado este ge...

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Los obispos son insaciables: no les basta con que en los colegios de un Estado aconfesional como el nuestro sea obligatorio enseñar religión y moral católicas a quienes lo pidan sino que pretenden que se penalice a los niños laicos con una asignatura fuerte. Un día oí por la radio a un cura explicando este disparate: decía que los que estudian religión podrían dejar de hacerlo si ven que sus amiguitos agnósticos están, mientras tanto, en el recreo; sería como premiar la falta de fe, añadió sin necesidad de aguantarse la risa ni nada. No me acuerdo por cuántas universidades había pasado este genio de la lógica para desarrollar tan sutiles argumentos, pero creo recordar que era doctor en filosofía medieval. A lo mejor era por eso.En cualquier caso, el argumerto de la penalización no es exclusivo de las personas que creen en el infierno. Los socialistas son, por lo general, ateos, lo cual no les ha impedido redactar una Ley de Objeción de Conciencia que penaliza a los objetores con un argumento parecido al del cura filósofo citado más arriba si la gente que va a la mili, dicen, a cumplir con la patria, ve que los objetores no limpian retretes ni marcan el paso, ni comen bromuro, nadie querría hacer la mili. De ahí que los objetores tengan tres o cuatro meses más de servicio social, no me acuerdo.

Los obispos y los socialistas no es que no crean en Dios; es que no creen en la patria, ni en el Ejército ni en el ser humano, ni en la lógica. Pero, hombre, por Dios, ¿cómo un creyente de verdad va a preferir un recreo a una clase de religión, o un servicio social a una mili como Dios manda? Lo raro, con todo, es que funcionando con esquemas de pensamiento tan parecidos en los asuntos militares y de religión, que siempre han estado tan unidos, no logren ponerse de acuerdo en las festividades del mes de diciembre.

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