Cartas al director

Carta a los veteranos

Hoy quiero escribir a favor de los veteranos de nuestra ciudad. No me gusta llamarles ni viejos ni ancianos. Tienen, simplemente, una veteranía de la vida que debiera inspirar respeto. En lugar de ello, se encuentran viviendo sus últimos años en un medio insolidario y hostil. El otro día oí contar de uno de ellos que fue al banco a cobrar su jubilación y después se sentó a tomar una copita con un amigo. A la salida del bar le esperaba un individuo que, presumiblemente, le había seguido todo el tiempo, que le pinchó con una navaja en el estómago, le pegó un empujón tirándole al suelo y rompiénd...

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Hoy quiero escribir a favor de los veteranos de nuestra ciudad. No me gusta llamarles ni viejos ni ancianos. Tienen, simplemente, una veteranía de la vida que debiera inspirar respeto. En lugar de ello, se encuentran viviendo sus últimos años en un medio insolidario y hostil. El otro día oí contar de uno de ellos que fue al banco a cobrar su jubilación y después se sentó a tomar una copita con un amigo. A la salida del bar le esperaba un individuo que, presumiblemente, le había seguido todo el tiempo, que le pinchó con una navaja en el estómago, le pegó un empujón tirándole al suelo y rompiéndole un brazo y le quitó el dinero. Todo en uña céntrica calle de Madrid. Continuamente me entero de sucesos parecidos. Tirones de bolso a señoras de edad avanzada que les provocan caídas, contusiones y roturas. Agresiones en pleno centro y a plena luz. Digamos que en la mayor impunidad.Vamos a vernos obligados a pensar que nuestra antes simpática ciudad se ha convertido en una especie de selva a la que hay que salir con infinitas precauciones, y que, desde luego, nos plantea el problema de pensar en pasar nuestra vejez en un lugar más tranquilo, donde podamos tener la opción a morir de muerte natural. ¿No es posible poner remedio a esta delincuencia que estropea Madrid, que desfigura sus plazas, que convierte a los ciudadanos en seres desconfiados? Los madrileños tenemos derecho a una ciudad más amable, en la que todos nosotros, y, sobre todo nuestros veteranos, cuya debilidad corporal les hace más vulnerables, podamos vivir en paz. -Matilde Agulló Lladó.

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