La naturaleza en una vitrina

La naturaleza se manifiesta salvaje en un idioma que el excursionista esporádico no suele entender. Por este motivo, todo parque natural que se precie tiene una instalación que traduce el espacio protegido y enseña a los visitantes a mirar el paisaje. La Agencia del Medio Ambiente de la Comunidad se gastó 97 millones hace cuatro años en construir el Centro de Interpretación del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.Este edificio, situado a la entrada del macizo granítico de La Pedriza (Manzanares el Real, 2.568,liabitantes), tiene una estrella: una maqueta gigante que reproduce, has...

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La naturaleza se manifiesta salvaje en un idioma que el excursionista esporádico no suele entender. Por este motivo, todo parque natural que se precie tiene una instalación que traduce el espacio protegido y enseña a los visitantes a mirar el paisaje. La Agencia del Medio Ambiente de la Comunidad se gastó 97 millones hace cuatro años en construir el Centro de Interpretación del Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares.Este edificio, situado a la entrada del macizo granítico de La Pedriza (Manzanares el Real, 2.568,liabitantes), tiene una estrella: una maqueta gigante que reproduce, hasta el más mínimo detalle, las 47.500 hectáreas del parque regional más grande de la Comunidad. Un parque regional liliputiense de tan sólo 20 metros cuadrados dentro de una vitrina faraónica.

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Todo tiene su lugar dentro de la urna: allí está el embalse de Manzanares él Real, una inmóvil lámina de plástico acuoso; también se puede identificar sin problemas la Cuerda Larga, la cresta montañosa que une la Bola del Mundo con el pico de La Najarra; afinando la vista se encuentran, menguados, los 1.714 metros del Yelmo de La Pedriza; y hasta se reproduce con gran realismo la kilométrica tapia del monte de El Pardo, el límite meridional del parque. Mediante un juego de luces y proyecciones se guía a los viajeros, sin levantarlos del asiento, por el Manzanares en un vuelo a vista de pájaro.Este didáctico centro imita las construcciones típicas de esta zona de la sierra madrileña. Desde su inauguración, más de 49.000 personas han escuchado atentamente la narración del viaje por el río Manzanares y han aprendido a interpretar el parque mediante los tablones, vitrinas y maquetas que explican sus paisajes y ecosistemas, aclaran su origen geológico y detallan la vida de sus moradores.

Las excursiones escolares (15.815 niños en el pasado curso) componen el grueso de las visitas y unos guías dirigen a los aventureros de salón para aclarar cualquier duda: que los huevos de águila imperial ibérica que hay en el nido de una vitrina son falsos, que las nutrias huyen de la contaminación o que las egagrópilas son los restos animales que no pueden digerir las aves rapaces y son regurgitados en una bola de huesecillos y pelos.

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