Un tornero comunista para la presidencia

¿Un tornero comunista en la presidencia? Los conservadores brasileños renunciaron a la presentación de un candidato propio y apoyaron a Fernando Henrique Cardoso cuando la candidatura del mecánico Luiz Inacio, Lula, da Silva se imponía, imbatible, en los, sondeos de opinión. La derecha nacional, que no encontró entre sus filas un hombre con pegada suficiente, cedió alarmada. El capital más cobarde, que había hecho las maletas entre 1990 y comienzos de este año, catapultó la candidatura de Cardoso.Francisco Weffort, profesor de la Universidad de Sáo Paulo y miembro del consejo político q...

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¿Un tornero comunista en la presidencia? Los conservadores brasileños renunciaron a la presentación de un candidato propio y apoyaron a Fernando Henrique Cardoso cuando la candidatura del mecánico Luiz Inacio, Lula, da Silva se imponía, imbatible, en los, sondeos de opinión. La derecha nacional, que no encontró entre sus filas un hombre con pegada suficiente, cedió alarmada. El capital más cobarde, que había hecho las maletas entre 1990 y comienzos de este año, catapultó la candidatura de Cardoso.Francisco Weffort, profesor de la Universidad de Sáo Paulo y miembro del consejo político que redactó el programa de Gobierno de Lula, piensa que un tornero también puede ser un buen presidente de Brasil. "Que le den una oportunidad para probarlo", pide. Lula, 48 años, nacido en el empobrecido noreste brasileño, derrotado en la segunda vuelta de las elecciones de 1989 por Fernando Collor de Mello, fue activo promotor de la democracia y en 1979 lideró el movimiento huelguístico que apuntilló la dictadura militar.El candidato del izquierdista Partido de los Trabajadores, que fue dirigente del poderoso sindicato de obreros metalúrgicos del cinturón industrial de Sáo Paulo y representa al sector más moderado de ese partido declara aceptar el capitalismo y la modernización siempre que no signifiquen el enquistamiento de la actual marginación social y más miseria. La lucha contra esta lacra, la corrupción, el analfabetismo y el desempleo figura como prioritaria en su programa; pretende renegociar la deuda externa y acepta la progresiva privatización de empresas públicas cuando no afecte a sectores que considera estratégicos, como el petróleo o las comunicaciones. Lula no quiere asustar. Se entrevistó con empresarios, viajó a EE UU y apaciguó a la City londidense.

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"Yo les digo a los empresarios: ¿Qué prefieren, millones de personas consumiendo lo que ustedes producen o millones de personas pidiendo plata por la calles? No se puede seguir con un salario de 70 dólares (menos de 10.000 pesetas) mensuales y una gran mayoría de los campesinos sin tierras". Estas son algunas de sus razones para promover un cambio sustancial en Brasil: "Son 32 millones de hombres y mujeres que pasan hambre en un país que tiene más tierra cultivable que China. Son 60 millones de personas las que prácticamente están fuera del mercado de consumidores, el equivalente a dos Argentinas". Y en alusión a su principal adversario y aliados dijo: "El pueblo está harto de políticos de izquierdas con políticas de derechas".

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