Cartas al director

Chismorreos en un libro del 'cole'

El otro día, ojeando el libro de texto de Ciencias Sociales (Editorial Vicens Vives) para estudiantes de sexto de EGB, en su página 379 pude leer con asombro, en un apartado titulado La vida en el pueblo, los siguientes textos:"Pero también es verdad que en los pequeños pueblos, como todo el mundo se conoce, lo que cada uno hace o piensa es objeto inmediato del chismorreo general y abundan las envidias"."Un hecho muy triste de los pueblos es la cantidad de viejos que viven solos y mal atendidos porque sus hijos han tenido que emigrar a la ciudad".A continuación comenta que esta emigraci...

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El otro día, ojeando el libro de texto de Ciencias Sociales (Editorial Vicens Vives) para estudiantes de sexto de EGB, en su página 379 pude leer con asombro, en un apartado titulado La vida en el pueblo, los siguientes textos:"Pero también es verdad que en los pequeños pueblos, como todo el mundo se conoce, lo que cada uno hace o piensa es objeto inmediato del chismorreo general y abundan las envidias"."Un hecho muy triste de los pueblos es la cantidad de viejos que viven solos y mal atendidos porque sus hijos han tenido que emigrar a la ciudad".A continuación comenta que esta emigración ha sido forzosa por el poco trabajo rural y por los escasos centros de enseñanza existentes.

Me parece preocupante que a los niños se les enseñe estas cosas que no se ajustan a la relidad, cometiendo además el error de la generalización en lo referente al chismorreo.

El chismorreo también se produce en las ciudades, en esos pueblos no siempre integrados que son los barrios, llámense Salamanca u Orcasitas, y, si me apuran, dentro de las comunidades de vecinos puedo constatar que existe, normalmente, un chismorreo de increíbles dimensiones.

Por tanto, el chismorreo existe en las ciudades y en los pueblos.

Referente a que abundan las envidias, como afirma el texto, es vergonzoso que lo incluyan como característica de la vida de un pueblo. La envidia es un mal de los pueblos y de las ciudades, y no digamos de este país, en donde el cainismo ha sido un pecado nacional a todos los niveles.

Por último, en lo referente al comentario que hace sobre los viejos, parece ser que el autor sólo conoce casos de malos hijos en los pueblos y no en las ciudades, donde no es poco frecuente el caso de los hijos que dejan a sus mayores en cualquier lado aparcados para irse de vacaciones.

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Al parecer, para el autor no existen las envidias, ni la insolidaridad, ni los chismorreos en las ciudades, donde, a la hora de explicar los inconvenientes de ésta, son mayoritariamente comentarios de maquillaje.

Precisamente es harto conocido que la vecindad solidaria es una característica de nuestros pueblos. Está claro que al autor no le gustan los pueblos-

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