Cartas al director

Educadores

En un tiempo en que la gestión pública suscita sensaciones, no siempre infundadas, de inseguridad, desconfianza e incluso abierta aversión, conviene destacar aquellas parcelas que creadas y dirigidas por la Administración son ejemplo a seguir por la dedicación y capacidad de las personas que trabajan día a día con renovado entusiasmo.Me refiero a la escuela infantil Guadalupe, sita en la pedanía del mismo nombre, dependiente de la Comunidad Autónoma de Murcia, donde un puñado de profesionales emplea su tiempo, no sólo su jornada laboral, sino su vida. Es profundamente consolador encontrar pers...

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En un tiempo en que la gestión pública suscita sensaciones, no siempre infundadas, de inseguridad, desconfianza e incluso abierta aversión, conviene destacar aquellas parcelas que creadas y dirigidas por la Administración son ejemplo a seguir por la dedicación y capacidad de las personas que trabajan día a día con renovado entusiasmo.Me refiero a la escuela infantil Guadalupe, sita en la pedanía del mismo nombre, dependiente de la Comunidad Autónoma de Murcia, donde un puñado de profesionales emplea su tiempo, no sólo su jornada laboral, sino su vida. Es profundamente consolador encontrar personas que creen en lo que hacen, para quienes la integración de niños deficientes como el mío es un reto al que se. dedican peleando contra las barreras que creamos entre todos. Donde se implica el personal docente y no docente. Donde se educa por encima de todo sacrificio personal. Es hermoso encontrar en tu camino gente que acepte a los demás tal y como son y que cambia el mundo, su pequeño mundo, con alegría, ilusión y esperanza.

Han sido dos cursos los que mi hijo Pablo ha permanecido escolarizado allí. Dos años duros en los que se ha sembrado mucha dedicación y se han recogido pocos resultados en número, pero que a nosotros como padres nos sirven mucho. Sólo podemos sospechar la cantidad de esfuerzos que se han empleado y los problemas que ha creado a quienes generosamente los han resuelto. Pero sobre todo han sido dos años maravillosos en los que nuestro hijo ha tenido una oportunidad increíble de compartir su vida con niños normales que lo tratan como a uno más, con quien juegan, comen, aprenden, se pelean y sobre todo quieren. Es necesario aprender a querer, y allí esa asignatura se enseña con el ejemplo y se aprende muy fácil.

Las emociones más intensas son inexplicables, y en este caso las palabras se quedan tan cortas que casi no dicen nada. Por eso quiero dedicarlas a esa gente maravillosa que trabaja allí la mejor de las sonrisas de mi hijo Pablo, su mirada inocente, sus besos, todo lo poquito que sabe hacer gracias a ellos, la alegría que manifestaba cada vez que entraba por la puerta.

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Nosotros nos llevamos el tesoro del fruto de su dedicación por los educadores y personal no docente, las caricias de los demás niños a nuestro hijo, la aceptación de los demás padres.

Desde aquí queremos expresar nuestro agradecimiento a cuantos profesionales hacen posible que esa escuela funcione y también a los equipos de atención temprana del Ministerio de Educación que trabajan en colaboración con ellos.

Siempre tendrán un hueco en nuestro corazón, se lo han ganado.-

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