Pintada
Una mañana como otras, cuando -bajé a comprar el periódico, me encontré con una desagradable sorpresa. Una pintada en una salida de humos de Renfe aseguraba: "Leon Degrelle no ha muerto". ¿Leon Degrelle? -me pregunté incrédulo- ¿El asesino, el colaboracionista belga, cómplice de los nazis, está vivo? Subiéndome el cuello de la gabardina, tiré con fuerza de la correa de mi perrito, que husmeaba inocentemente una esvástica primorosamente dibujada junto a la noticia, y corrí hasta mi portal. ¿Me habrá seguido? -me pregunté casi sin resuello- Pasé todo aquel día sin salir de casa, tembloroso, atem...
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Una mañana como otras, cuando -bajé a comprar el periódico, me encontré con una desagradable sorpresa. Una pintada en una salida de humos de Renfe aseguraba: "Leon Degrelle no ha muerto". ¿Leon Degrelle? -me pregunté incrédulo- ¿El asesino, el colaboracionista belga, cómplice de los nazis, está vivo? Subiéndome el cuello de la gabardina, tiré con fuerza de la correa de mi perrito, que husmeaba inocentemente una esvástica primorosamente dibujada junto a la noticia, y corrí hasta mi portal. ¿Me habrá seguido? -me pregunté casi sin resuello- Pasé todo aquel día sin salir de casa, tembloroso, atemorizado. La mañana siguiente me atreví a salir, no sin antes mirarme varias veces al espejo, de frente y de perfil, para cerciorarme de que mi aspecto no era el de un judío. Compré el periódico y, al pasar delante del muro, la pintada seguía allí.Ahora casi he perdido el miedo a pasar por delante de la pintada, pues hace semanas que sigue allí y nadie parece hacerle mucho caso. ¿O sí?-
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