Cartas al director

Huracán informativo

Cuando me levanto por las mañanas hay algunos días que pasan con la rapidez del viento: dejan una estela inquieta pero efímera. Mientras duran, todo es movimiento: saltar de la cama, ducharse, hacer el desayuno, despertar al niño para ir al colegio, sacar a pasear al perro, hacer la lista de la compra... De repente, todos se han ido. Retomo la taza ya fría de café con leche y enciendo la radio: hoy han dimitido dos o tres más. Sentada, escucho al, locutor dar las razones mientras muerdo una tostada. De golpe me quedo inmóvil. Detrás de sus palabras imagino un mundo que me asusta por desconocid...

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Cuando me levanto por las mañanas hay algunos días que pasan con la rapidez del viento: dejan una estela inquieta pero efímera. Mientras duran, todo es movimiento: saltar de la cama, ducharse, hacer el desayuno, despertar al niño para ir al colegio, sacar a pasear al perro, hacer la lista de la compra... De repente, todos se han ido. Retomo la taza ya fría de café con leche y enciendo la radio: hoy han dimitido dos o tres más. Sentada, escucho al, locutor dar las razones mientras muerdo una tostada. De golpe me quedo inmóvil. Detrás de sus palabras imagino un mundo que me asusta por desconocido: importantes hombres inseguros corriendo de un despacho a otro, de un teléfono a otro, de un amigo (o enemigo) a otro, queriendo saber cosas, queriendo ocultar cosas... Salgo de mi trance y enciendo la televisión: el presentador informa sobre el mismo tema ahora en movimiento: enorme despliegue periodístico, carreras, caras que tratan de parecer esculpidas en piedra... ¡Cuánto despliegue informativo! ¡Cuántos datos nuevos entran por mis ojos y oídos en cuestión de segundos!Después de tal flujo de información huracanada aterrizo nuevamente en mi cocina con una rara sensación en el estómago. Todo parece más feo... Más triste... Más sucio. Soplan vientos de soberbia castigada, de ambición desenfrenada, de confianza traicionada. -

Pero es un viento diferente, personalizado, de profundo contenido humano, y tal vez por ello, de aparente dirección imprevisible. Pero no nos engañemos: es tan sólo viento al fin y al cabo.-

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