Cartas al director

Españoles enterrados en Marruecos

Con el ruego de que ésta carta sea insertada para complementar la crónica del señor Ferrán Sales e informar con más propiedad al general don José María Valdés, me es grato señalarle que en el verano de 1985, en compañía de mi hijo mayor, visité durante 21 días los cementerios españoles del antiguo Protectorado de Marruecos en la vana esperanza de encontrar una señal cívica de recuerdo a nuestros muertos en Tetuán, Arcila, Alcazarquivir, Ketama, Xatien, Nador, Alhucemas, Larache... y muchos más lugares donde la sangre española se vertió tan generosa como inútilmente en la contienda afric...

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Con el ruego de que ésta carta sea insertada para complementar la crónica del señor Ferrán Sales e informar con más propiedad al general don José María Valdés, me es grato señalarle que en el verano de 1985, en compañía de mi hijo mayor, visité durante 21 días los cementerios españoles del antiguo Protectorado de Marruecos en la vana esperanza de encontrar una señal cívica de recuerdo a nuestros muertos en Tetuán, Arcila, Alcazarquivir, Ketama, Xatien, Nador, Alhucemas, Larache... y muchos más lugares donde la sangre española se vertió tan generosa como inútilmente en la contienda africana comenzada en el desgraciado hecho de Annual. No voy a describir la miseria, insidia, abandono, falta de la más mínima atención a estos camposantos, víctimas, por otra parte,, de la rapiña marroquí, y en abierto contraste con el respeto, cuidado y amor en la conservación de los caídos que tuve la satisfacción de comprobar en los campos de batalla de Europa en el desarrollo de las dos guerras mundiales.Tan lamentable y vergonzosa situación fue denunciada por mí al entonces jefe del Estado Mayor del Ejército, almirante Liberal Luciní, apelando a la generosidad castrense y a la obligación que cada español bien nacido contrae con sus muertos. El silencio fue el resultado. Posteriormente recurrí al ministro de Defensa, compañero de partido, el cual, con mínima expresión y escaso interés, me señaló las dificultades de orden diplomático que implicaba un traslado de restos a Algeciras o Málaga, originales untos de embarque, en su día, de los caídos en tierra abiertamente hostil.

Me uno al dolor del señor Valdés y le animo a proseguir una tarea de corte cristiano, filial y cívico. Es absolutamente imposible, sin contemplar las fotografías, darse una idea del abandono, incuria y dejadez en que están miles de compatriotas que allí murieron y que para mayor escarnio se les grabó al pie de la lápida la leyenda: "España no os olvida".-

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