La leche del paro

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Desde Linares hasta Madrid hay más de 300 kilómetros, 14 días andando, muchos pueblos y mucho paro. En algunos lugares de La Mancha también encontraron miedo, o frialdad, los 125obreros linarenses que marchaban por mantener en pie a su pueblo y a más de 3.000 puestos de trabajo.

Pero lo que descompone el cuerpo a Millán Campos no son los 19 años que lleva trabajando en una empresa japonesa que le quiere echar, ni las ampollas de aguantar con 42 años una caminata por media España, ni los bocadillos que han alimentado su marcha.

Lo que le dejó de piedra fueron dos chiquillas de Villarta de San Juan que les llevaron dos cartones de leche y una disculpa: su padre estaba parado y no les podían llevar nada más. A los 125 obreros curtidos por la marcha se les cayó el alma a los pies. Mandaron a esa familia un jamón y 30 litros de leche que llevaban para el camino y no dejan de recordarlo.

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Les resulta tan difícil de olvidar como la muerte del sobrino de uno de los marchistas, Francisco Martínez, de 33 años, que caminó con ellos muchos kilómetros y sufrió un accidente de tráfico cuando acudía a Getafe para apoyarles de nuevo. Su recuerdo fue lo único que consiguió ayer silenciar durante un minuto las voces del pueblo de Linares.

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