Cartas al director

El desconocimiento de una profesión

Es de suponer que todas las personas deben conocer su profesión, al menos tener conocimientos amplios, sobre todo si está relacionado con el público. Desgraciadamente no es así. Éste es el caso de un revisor de Renfe que desconoce por completo la validez de las tarjetas de transporte de la Comunidad de Madrid y cuál es el destino de cada una de ellas, y que demostró una educación y una cultura bastante escasa, cosa lamentable en un organismo del Estado.El caso sucedió viajando el día 1 de abril de este año entre las estaciones de Santa María de la Alameda (que está dentro de la Comunidad de Ma...

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Es de suponer que todas las personas deben conocer su profesión, al menos tener conocimientos amplios, sobre todo si está relacionado con el público. Desgraciadamente no es así. Éste es el caso de un revisor de Renfe que desconoce por completo la validez de las tarjetas de transporte de la Comunidad de Madrid y cuál es el destino de cada una de ellas, y que demostró una educación y una cultura bastante escasa, cosa lamentable en un organismo del Estado.El caso sucedió viajando el día 1 de abril de este año entre las estaciones de Santa María de la Alameda (que está dentro de la Comunidad de Madrid) hasta Chamartín. El revisor me requirió el billete, acto seguido le enseñé la tarjeta de la Comunidad de Madrid C-2, que tiene validez para todos los pueblos de dicha comunidad. El asombro mío y el de los demás viajeros fue manifestar que la tarjeta C-2 solamente tiene una validez de Madrid-El Escorial queriéndome hacer pagar el billete y diciéndome que como no pagara me atuviera a las consecuencias; y llegó a calumniarme diciendo que ya había tenido conocimiento de otros revisores con los que ya había provocado otros incidentes. Todo esto lo puse inmediatamente en conocimiento de Renfe (departamento de atención al cliente) en la estación de Chamartín, porque un organismo tan importante como es Renfe y con un personal tan amable pueda tener alguna persona de esta clase, que no merece el nombre de funcionario.-

Mariano Hernández Álvarez. Madrid.

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