Hacinados en torno a un palacio

Tres generaciones conviven en viviendas de 60 metros cuadrados

La puerta de entrada de la vivienda de la familia de Joaquín Lago, funcionario municipal, no se abre completamente. Un aparador, algunas bolsas con ropa y un tabique impiden su apertura completa. "Es que tenemos que dejar las cosas en algún sitio", dice su esposa. En esta vivienda de 55 metros cuadrados conviven 14 personas, aunque han llegado a habitar en ella hasta 16."El abuelo, que tiene 72 años, duerme, por ejemplo, en la misma habitación que el bebé de dos", destaca la nuera de Lago. `No hay derecho a que existan casas cerradas del Ministerio de Defensa o del Patrimonio y nosotros vivamo...

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La puerta de entrada de la vivienda de la familia de Joaquín Lago, funcionario municipal, no se abre completamente. Un aparador, algunas bolsas con ropa y un tabique impiden su apertura completa. "Es que tenemos que dejar las cosas en algún sitio", dice su esposa. En esta vivienda de 55 metros cuadrados conviven 14 personas, aunque han llegado a habitar en ella hasta 16."El abuelo, que tiene 72 años, duerme, por ejemplo, en la misma habitación que el bebé de dos", destaca la nuera de Lago. `No hay derecho a que existan casas cerradas del Ministerio de Defensa o del Patrimonio y nosotros vivamos en estas condiciones".

La familia Lago se ve obligada a utilizar el comedor como dormitorio. "Aquí dormimos seis personas. Cuando alguien se pone malo y debemos avisar al médico, tenemos que levantamos todos. Es que si no, no pasa", ríen. En el mismo bloque en donde vive esta familia la situación se repite en casi todos los pisos.

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Sin embargo, las viviendas de altos mandos del Ejército y algunos altos cargos del Patrimonio Nacional parecen mejores. "Todavía hay clases", afirman los Lago.Muchas de las viviendas de El Pardo se encuentran en malas condiciones de conservación. Construidas hace 40 años por el departamento de Regiones Desvastadas con materiales de escasa calidad y sin sótano, están repletas de humedades. "Ya no sabemos dónde ponernos. Con sólo dos habitaciones y con tantas humedades, no tenemos sitio ni para las cortinas", afirman.

"Mi casa la he tenido que arreglar varias veces porque las humedades nos carcomían. Cuando llueve, las entradas se convierten en barrizales. Nadie se hace cargo del asfaltado. Unos dicen que es competencia del Ayuntamiento; otros, que del Ministerio de Defensa, y otros, que del Patrimonio. Al final nos llenamos de barro hasta las rodillas", relata un capitán ya jubilado que no desea ser identificado.

"La mayoría de los vecinos silencia esta situación por pudor o miedo. Pero llega un momento en que no puedes más. Los hijos no tienen opciones a adquirir una vivienda en el barrio porque no hay suelo".

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En otros distritos las cooperativas locales tienen derecho a una parte del suelo disponible. "Aquí, lo único que hay es monte, y además protegido", termina el militar.

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