Un hombre apuñala por la espalda a su compañero de piso por un 'maleficio'

Por miedo a tres sillas, Alí L'Massoudi, de 30 años, asestó el pasado sábado dos puñaladas por la espalda a su companero de piso Abdel N'Wahab. Alí, un hombre que no tocaba el hierro para evitar perder la razón, creía que en las sillas bullía un maleficio de su amante Aicha. Quiso tirarlas. La negativa de Abdel, su amigo de infancia, se selló con una navaja. La sangre saltó a las paredes hasta que Amina, la mujer de la víctima, frenó la tercera puñalada. Alí fue detenido con el hierro en la mano. Abdel, herido grave, se recupera en el Doce de Octubre. La amante Aicha ha huido.

La víctim...

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Por miedo a tres sillas, Alí L'Massoudi, de 30 años, asestó el pasado sábado dos puñaladas por la espalda a su companero de piso Abdel N'Wahab. Alí, un hombre que no tocaba el hierro para evitar perder la razón, creía que en las sillas bullía un maleficio de su amante Aicha. Quiso tirarlas. La negativa de Abdel, su amigo de infancia, se selló con una navaja. La sangre saltó a las paredes hasta que Amina, la mujer de la víctima, frenó la tercera puñalada. Alí fue detenido con el hierro en la mano. Abdel, herido grave, se recupera en el Doce de Octubre. La amante Aicha ha huido.

La víctima, el marroquí Abdel N'Wahab, de 33 años, casado y con dos hijos, era desde hace dos años el arrendatario del piso: tres habitaciones en una tercera planta de la calle del General Ricardos (Carabanchel). Al inicio del Ramadán, a mediados de febrero pasado, llamó a su puerta Alí, un amigo de la infancia. Le pidió cobijo para él y su amante Aicha hasta que encontrase trabajo. Abdel le cedió la habitación de sus hijos, un espacio de 10 metros cuadrados con ventana, y una sábana de flores con chinchetas por cortina.Las peleas entre la recién llegada pareja eran frecuentes, según Amina, la mujer de la víctima. Alí, casado y con hijos, carecía de trabajo. Su amante, asistenta, le mantenía. "Pero él la amenazaba", rememoraba Amina. Alí creía que su amante le embrujaba para evitar que volviese con su mujer. Estos supuestos maleficios se encarnaban en llaves, tijeras y cuchillos. Objetos de hierro que al ser tocados le hacían perder la razón. "Alí, cuando se encontraba algo de hierro lo tiraba a patadas", decía Amina.

Para curarle, la amante viajó con él a Marruecos. Allí, según el relato de sus íntimos, fue sometido hace tres meses a un exorcismo. Pero al volver, Alí siguió viendo embrujos por doquier. El pasado sábado fueron las sillas. Eran las diez de la mañana. Alí, recién levantado, quería tirarlas. Las puso en el comedor. Abdel, el arrendatario de la casa, se negó y le conminó a marcharse del piso.

Amina recuerda que Alí se encegó, cogió un cuchillo y trató de herir a su amante, que se refugió detrás de Abdel. Éste insistió en su negativa. Pero al encaminarse a otra habitación a por uno de sus hijos, Alí le atacó. Dos puñaladas. La tercera dio en la mano de Amina. Apretando el puño, consiguió romper el filo. Después, el matrimonio redujo a patadas y mordiscos al agresor. La pelea fue presenciada por la hija de tres años. Alí, sin antecedentes, se ha negado a declarar en la comisaría de Carabanchel.

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