Manolete, el afeitado y el 'vídeoclíp'

Un viejo Salón de Peluquería en el que se afeitaban los toreros se convierte en plató para un 'videoclip' de La Barbería

Valentín Rodríguez Velasco le arreglaba la coleta a Manolete. El maestro sólo le pedía dos cosas a cambio: simpatía y atención. La suya era la barbería más torera de Madrid. El matador ponía su cara y su piel en sus cuidadosas manos. Afeitó y masajeó a toreros como Parrita, banderilleros, mozos de espada, guitarristas flamencos de la familia de los Montoya y hasta a "gentes del mundo del cine" cuyo nombre ya no recuerda este hombre de 77 años. Su Salón de Peluquería, en la calle Ave María del barrio de Lavapiés, ha visto desfilar bigotes y barbas durante más de un siglo. Ayer, el añejo local c...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Valentín Rodríguez Velasco le arreglaba la coleta a Manolete. El maestro sólo le pedía dos cosas a cambio: simpatía y atención. La suya era la barbería más torera de Madrid. El matador ponía su cara y su piel en sus cuidadosas manos. Afeitó y masajeó a toreros como Parrita, banderilleros, mozos de espada, guitarristas flamencos de la familia de los Montoya y hasta a "gentes del mundo del cine" cuyo nombre ya no recuerda este hombre de 77 años. Su Salón de Peluquería, en la calle Ave María del barrio de Lavapiés, ha visto desfilar bigotes y barbas durante más de un siglo. Ayer, el añejo local cuya fachada data de finales del siglo pasado se convertía en plató para rodar un videoclip: Preso por un mal, del grupo de flamenco pop La Barbería.Una docena de punkis desarreglados pero con relucientes crestas observan al grupo de músicos gitanos, repeinados y ataviados con casacas de tercipelo morado. "¡Qué guay!, camiones de músicos y no de policías", decía uno de ellos, delante de la fachada de la peluquería, en la que el reclamo publicitario de la época -finales del siglo pasado- dice: "Higiene. Servicio esmerado. Desinfección".

El Salón de Peluquería de Valentín Rodriguez, que ayer se convirtió en plató, ya está fuera de servicio. Hace año y medio, cerraron el negocio. Fue la jubilación y no la falta de clientes lo que motivo su clausura. El paso del tiempo no ha borrado las señas de identidad de una barbería de posguerra. La caja registradora y el instrumental de peluquería son los mismos que se utilizaban con Manolete. Los sillones son de mimbre, con reposacabezas de color rojo y el reposa pies verde. La vieja loción Agup, que promete evitar la caida del pelo en siete horas, descansa en una de las repisas de este salón. El viejo logotipo de esta marca de crecepelo es la cabellera de un indio comanche.

Por no cambiar, el tiempo ni siquiera cambió el modo de cortar el pelo de Don Valentín, que comenzó a ejercer el oficio a los 15 años. El siempre tuvo lo que llama su teoría: "Buena butaca, buena postura, tijera, peine, simpatía y agrado", dice. La barbería siempre hizo caso omiso de, la existencia de las maquinillas eléctricas.

El empleado ya jubilado, Antonio, dice que no quedan peluqueros como los de antes. "Los de ahora no tienen ni idea. No saben lo que es dar un buen masaje", afirma. Y es que en esta barbería de Lavapiés hasta las pinzas para rizar bigotes siguen poblando sus polvorientas estanterías.

En una camionetas se encontraba ayer el equipo de rodajede del primer videoclip, dirigido por José Luis Lozano, que hace el grupo La Barbería. A escasos metros, en la calle del Olmo, se encuentra el garito en el que se reúne gran parte del mundo del flamenco madrileño. "Aqui veíamos a menudo a Camarón o a Paco de Lucía", dice Pepe Luis Habichuela, cantante de La Barbería -antes, La Barbería del Sur, "nos dio el punto y nos quitamos lo del Sur", dicen-.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Sobre la firma

Archivado En