GUERRA EN LOS BALCANES

Despliegue de la ONU en Sarajevo tras el ultimátum a los serbios

Con el reloj de la OTAN corriendo hacia su Cita del 21 de febrero con las baterías serbias, ha comenzado en Sarajuvo el despliegue de cascos azules para verificar el alto el fuego acordado el miércoles entre sitiadores y sitiados. Como tantos otros, el acuerdo fue violado anoche, con un breve e intenso intercambio de fuego de artillería y armas automáticas desde posiciones no controladas por las tropas de la ONU.Al caer la noche, no había ningún indicio de que los serbios se plegaran a la amenaza occidental.

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Con el reloj de la OTAN corriendo hacia su Cita del 21 de febrero con las baterías serbias, ha comenzado en Sarajuvo el despliegue de cascos azules para verificar el alto el fuego acordado el miércoles entre sitiadores y sitiados. Como tantos otros, el acuerdo fue violado anoche, con un breve e intenso intercambio de fuego de artillería y armas automáticas desde posiciones no controladas por las tropas de la ONU.Al caer la noche, no había ningún indicio de que los serbios se plegaran a la amenaza occidental.

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Los serbios mantienen el cerco de Sarajevo

Viene de la primera páginaUn primer grupo de cascos azules franceses y observadores militares de la ONU se desplegó en el puente de la Unidad y Fraternidad, reliquia de la época de Tito, en una tierra de nadie de edificios devastados y quemados. El puente atraviesa el río Mi1jacka en un punto que separa el centro de la ciudad del único barrio urbano bajo control serbio, Grbavica. Nadie lo había cruzado desde la ocupación del barrio por los rebeldes serbios en mayo de 1992.

Los blindados franceses desplegados en el puente apuntaban sus cañones hacia las posiciones serbias, al otro lado del río. Tiradores de élite estaban apostados en los tejados de varios edificios. "Si disparan contra nuestras posiciones, los soldados tienen la orden de responder", dice el coronel francés André Pernod.

La enérgica posición de Moscú contra el eventual bombardeo sobre las posiciones serbias que desde las colinas disparan a placer sobre Sarajevo, por muy simbólico y selectivo que sea, ha arrojado el primer jarro de agua fría sobre quienes creían que el ultimátum occidental podría ser el principio del fin del calvario de Sarajevo.

Envalentonado por la firme posición del Kremlin, aliado histórico de los serbios, que niega legitimidad a la Alianza Atlántica para desencadenar el bombardeo y que ha pedido la convocatoria urgente del Consejo de Seguridad, el Parlamento de la autoproclamada república serbia de Bosnia se reunió ayer en Pale, a 25 kilómetros de Sarajevo, y. dio un paso adelante. Los serbios de Bosnia anunciaron que "lucharán contra cualquiera que amenace su integridad". Los reunidos en Pale calificaron de "terrorismo" el ultimátum de la OTAN. Y eso a pesar de que el lunes el Parlamento de Pale fue advertido por dirigentes serbios de que esta vez había que tomarse en, serio la amenaza de intervención aliada.

El desafío de los radicales serbios está dirigido expresamente a los dos batallones franceses (2.000 hombres), que iniciaron ayer un tímido despliegue en seis puntos calientes para garantizar el cumplimiento del pacto firmado el miércoles por los jefes militares serbio y bosnio. -

El portavoz de las Fuerzas de Protección de la ONU (Unprofor), Bill Aiknian, informó que los soldados franceses habían tomado posiciones en la colina de Mejinilo, en el sur de la ciudad, desde la que se divisa el cuartel general de los serbios en Lukavica, el barrio de Dobrinja, el monte Zuc, Dobro Brdo y Vidikovac. Todos estos puntos están bajo control de la Armija y cerca de ellos no hay artillería pesada de las fuerzas serbias.

Según el acuerdo del miércoles auspiciado por el general Michael Rose, jefe de los cascos azules en Bosnia, las piezas de artillería pesada serbia deberán pasar en un plazo máximo de cinco días bajo control de las Naciones Unidas. Posteriormente, todas las baterías de los sitiadores deberán abandonar las colinas que rodean Sarajevo para retirarse a 20 kilómetros.

En la parte serbia, la habitual actitud prepotente de los combatientes dejaba paso a una cierta resignación ante una intervención militar de la OTAN. "Si bombardean, que bombardeen", decía Dragisa, un miliciano de 32 años que lleva dos en las posiciones del monte Trebevic. "Estamos convencidos de que va a producirse algún tipo de bombardeo para demostrar al mundo que pueden cumplir sus promesas. No tenemos nada que perder en esta guerra", añadió.

A pesar del optimismo declarado del general Rose sobre el proceso de verificación iniciado ayer, su portavoz fue más cauto sobre la eficacia inmediata de la pretendida neutralización artillera serbia en Sarajevo al precisar que las negociaciones entre los combatientes para llevar a la práctica lo pactado no habían hecho más que comenzar. Una cosa es Firmar un papel y otra poner el cascabel al gato. Escarmentados por la retahíla de pactos incumplidos en la ya larga guerra de Bosnia, los jefes militares de la ONU creen que habrá que "esperar y ver" qué posición adoptan los serbios enfrentados por los hechos.

Mucho más escépticos que los militares de la ONU en Bosnia son la mayoría de los 300.000 habitantes que quedan en Sarajevo. Habituados a sobrevivir en una ciudad que ha recibido dos millones de proyectiles en menos de dos años, en la que hay agua dos horas cada dos días y las velas se utilizan más que las bombillas, pocos creen que su vida vaya a cambiar a mejor en un futuro inmediato.

Aunque no haya cañonazos, que afectan más a los frentes que a nuestra vida corriente, Sarajevo seguirá durante mucho tiempo rodeada por sus enemigos y sitiada por el hambre. ¿Y quién controlará a los francotiradores?. Ellos, los francotiradores, especialistas sin prisa en matar indiscriminadamente en la próxima esquina, son el verdadero terror cotidiano de la asediada ciudad.

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