Viaje al fondo de la crisis

Los mineros encerrados en Tharsis exigen un nuevo plan de viabilidad

Las minas de Tharsis tienen las tripas húmedas. Y una canción eterna de agua que cae. Aquí, a 150 metros de profundidad -Giralda y media por debajo de la tierra-, el frío y la desesperación se agarran a la garganta, sobre todo si se llevan dos meses sin cobrar -aunque el sueldo sea de 85.000 pesetas- y la situación legal se encierra en seis letras: parado. Manuel Fernández Valle, uno de los nueve mineros encerrados desde el día 3 en el pozo de desagüe del Filón Norte de Tharsis, a 50 kilómetros de Huelva, tiene 31 años, dos hijas y un casco: "Fue la única herencia que me dejó mi padre después ...

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Las minas de Tharsis tienen las tripas húmedas. Y una canción eterna de agua que cae. Aquí, a 150 metros de profundidad -Giralda y media por debajo de la tierra-, el frío y la desesperación se agarran a la garganta, sobre todo si se llevan dos meses sin cobrar -aunque el sueldo sea de 85.000 pesetas- y la situación legal se encierra en seis letras: parado. Manuel Fernández Valle, uno de los nueve mineros encerrados desde el día 3 en el pozo de desagüe del Filón Norte de Tharsis, a 50 kilómetros de Huelva, tiene 31 años, dos hijas y un casco: "Fue la única herencia que me dejó mi padre después de 43 años de sacar pirita de aquí abajo; y ahora me lo quieren quitar...".Tres toques de esquila. La jaula, un viejo elevador de apenas un metro cuadrado, baja. Seis minutos de descenso irregular a través de galerías abandonadas, de escaleras de madera por donde -10, 20, 30 años atrás- los mineros de Tharsis, el padre y el abuelo de Manuel Fernández sin ir más lejos, subían después de llenar siete vagonetas de pirita, cantidad necesaria para merecer un jornal. La jaula se para. Galería 10: aquí están todos: Manuel Raimundo Rigores, de UGT, pregunta: "¿Ya es de noche, o todavía es de día?".

Los 320 mineros de Tharsis y la Zarza -allí también hay encerrados siete trabajadores, dos de los cuales, Dionisio Rodríguez y Bartolomé Gómez, sufren bronquitis aguda y faringitis- pretenden con su protesta la renovación del plan de viabilidad, después de que los liquidadores de la compañía española Minas de Tharsis ordenaran el cierre de las instalaciones y el despido del personal. Juan Flores jura: "De aquí sólo vamos a salir con los pies por delante".

Flores sirve café, y dice que ya está bien de bolsas de empleo, de jubilaciones anticipadas, de.subsidios agrarios: "No queremos que nos regalen el dinero, queremos ganarlo con nuestro trabajo; aunque sea aquí, a 150 metros de profundidad y con condiciones de trabajo más propias de la esclavitud que del siglo XXI". La conversación se calienta, y es entonces cuando sale el recuerdo de Felipe González y su visita esperanzadora a las minas de Cala. "Pero entonces", tercia Francisco López Gómez, de 35 años, "él estaba en la oposición y sabía que de estas minas, además de pirita y oro,, también se podían sacar muchos votos" Francisco López, especialista en soldadura, calderería y soplete, añade: "Por eso nos duele que ni su Gobierno se acuerde ahora de nosotros; Felipe, desde aquél día, sólo ha regresado a Huelva para veranear en el Coto de Doñana...".

Hay un papel que ' vuelve locos a los mineros de Tharsis, a los que apuran ahora su café debajo de la tierra y a los que esperan -se desesperan, más bien- en la boca del pozo: el acuerdo por el que la. compañía española de Minas de Tharsis, representada por el alemán Gunter Karl Strauss, vende la totalidad de las reservas de gossans (residuo de la oxidación natural de la pirita) y morrongos (mineral calcinado) "que puedan existir -o ser descubiertas en el futuro" a Filón Sur. La nueva compañía adquiere -según el texto del contrato- "en pleno dominio la totalidad de las reservas". ¿El precio de la venta?: una peseta la tonelada. Juan Caro, el presidente del comité de empresa, ocupó ayer junto a otros compañeros la dirección de Trabajo en Huelva: "Ese contrato fue el principio del fin; Strauss y Filón Sur son los mismos perros con distintos collares; quieren quitarnos la mina porque dicen que está agotada, pero si lo consiguen será con nosotros dentro...".

El abuelo de Francisco López murió en la mina, el padre de Manuel Fernández sólo pudo dejarle el casco después de 43 años sacando piritas: "Y ahora me lo quieren quitar...".

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