Reportaje:

Delincuentes en clase turista

Polémica en el Reino Unido por los viajes de rehabilitación para jóvenes

El verano pasado, los servicios sociales de varias localidades británicas pusieron en práctica un sistema experimención de delincuentes juveniles: en lugar de encerrarles, se les mandaba de vacaciones al extranjero. El experimento entró en crisis ayer, en medio de una formidable polémica, al conocerse que un joven ladrón de 17 años había viajado por Egipto y Kenia a costa del contribuyente y, a los tres días de su retorno, había delinquido de nuevo. El ministro del Interior prometió que una próxima ley acabaría con este tipo de rehabilitación, que, paradójicamente, cuesta bastante menos que el...

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El verano pasado, los servicios sociales de varias localidades británicas pusieron en práctica un sistema experimención de delincuentes juveniles: en lugar de encerrarles, se les mandaba de vacaciones al extranjero. El experimento entró en crisis ayer, en medio de una formidable polémica, al conocerse que un joven ladrón de 17 años había viajado por Egipto y Kenia a costa del contribuyente y, a los tres días de su retorno, había delinquido de nuevo. El ministro del Interior prometió que una próxima ley acabaría con este tipo de rehabilitación, que, paradójicamente, cuesta bastante menos que el de los correccionales.El joven en, el centro de la polémica, que no puede ser nombrado por razones legales, estaba en libertad bajo fianza después de ser procesado por asalto, atraco, robo de automóviles y agresión cuando los servicios sociales de Gloucester (oeste de Inglaterra) decidieron aplicarle el nuevo sistema de rehabilitación. En su caso, la rehabilitación consistió en un viaje por Egipto, con crucero por el Nilo incluido, seguido por un safari en Kenia, en compañía de un asistente social. En total, fueron dos semanas de tratamiento, con un coste de 7.000 libras, algo más de 1,4 millones de pesetas.

El joven regresó a su domicilio en Gloucester la víspera de Navidad y tres días después, el lunes, fue detenido por conducir un automóvil en estado de embriaguez.

El impulsor del polémico experimento fue un pedagogo llamado Brendan McNutt, director del Centro Bryn Melyn en Gales. En Inglaterra, la responsabilidad sobre los delincuentes juveniles no implicados en delitos de sangre no recae en el Ministerio del Interior, sino en las autoridades locales. Los asistentes sociales de los ayuntamientos consideraron "imaginativa y eficaz" la fórmula de McNutt, y empezaron a enviarle jóvenes conflictivos, a un precio mínimo de 360.000 pesetas semanales. Una veintena de chicos han viajado en los últimos meses a lugares como Canarias, Francia, EE UU e Israel.

Método barato

Brendan McNutt defendió ayer su sistema: "Es normal que los jóvenes cometan errores. No se pueden resolver 15 o 16 años de abusos sobre ellos en un par de semanas. Hace falta por lo menos un año de trabajo".Una portavoz del Ayuntamiento de Gloucester admitió que la detención del muchacho enviado a Egipto y Kenia era "un tropezón serio", pero opinó que las autoridades locales seguirían utilizando los servicios de Brendan McNutt: "Aunque el sistema es demasiado reciente como para tener estadísticas fiables, parece que el 60% de los chicos que se han beneficiado del mismo han dejado de delinquir, mientras el 80% de los internados en correccionales delinquen de nuevo en cuanto recuperan la libertad".

La misma portavoz agregó un dato paradójico: "Como promedio, enviar a los chicos al Centro Bryn Melyn, con viajes incluidos, cuesta 500 libras (unas 100.000 pesetas) semanales menos que mantenerlos en un centro correccional para jóvenes".

Al ministro del Interior, el ultraconservador Michael Howard, no le convencieron esos argumentos. Hay gente con más dinero que sentido común", dijo, refiriéndose a los ayuntamientos que utilizaban el experimento de los viajes. El ministro anunció que una nueva ley trasladaría al Ministerio del Interior la mayoría de los casos de delincuencia juvenil, "para acabar con los experimentos de esos teóricos que han perdido contacto con la realidad y con el sentido común".

La ministra de Seguridad Social, Virginia Bottomley, con cuyo presupuesto se sufragan los viajes de los jóvenes, afirmó a su vez que era "un escándalo premiar a quienes delinquen, en lugar de imponerles un castigo".

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