"Me asombra el masoquismo de algunas mujeres"

Cualquier día una mujer puede empezar de nuevo, cambiarlo todo, ser otra vez desde el principio, pero otra. Cualquier día una mujer puede despertarse ama de casa, esposa feliz, madre de cuatro hijos: "A las diez en casa", "cuidado con quién andas", "hay mucho melenudo suelto"... y en unas horas sacudir la costumbre como un trapo viejo, conseguir el primer trabajo a los 54 años, trabar amistades "peligrosas" con gente de sexo ambiguo y acabar aconsejando a las nietas que aprendan a vivir y disfruten sin ataduras. Lola Pérez, recién cumplidos los 70, librera y socia de la librería de Mujeres...

Cualquier día una mujer puede empezar de nuevo, cambiarlo todo, ser otra vez desde el principio, pero otra. Cualquier día una mujer puede despertarse ama de casa, esposa feliz, madre de cuatro hijos: "A las diez en casa", "cuidado con quién andas", "hay mucho melenudo suelto"... y en unas horas sacudir la costumbre como un trapo viejo, conseguir el primer trabajo a los 54 años, trabar amistades "peligrosas" con gente de sexo ambiguo y acabar aconsejando a las nietas que aprendan a vivir y disfruten sin ataduras. Lola Pérez, recién cumplidos los 70, librera y socia de la librería de Mujeres desde hace 16, puede dar fe de que no es un imposible, sino el resumen de una vida cualquiera. La suya.Pregunta. ¿Hay edades para comenzar algo?

Respuesta. Para comenzar, nada. Sólo hay que intentarlo, ya ve; yo empecé casi a la edad de la jubilación y me ha cambiado tanto la vida que ojalá lo hubiera hecho antes. Al principio pensaba que no sabría hacerlo, que no sabría trabajar en una librería ni tratar con la gente. Ahora me da horror pensar en la jubilación.

P. Sus comienzos fueron en La Ventilla, donde pusieron en marcha la primera librería popular. ¿Cómo los recuerda?

R. Como los mejores años de mi vida; fue maravilloso. En aquella época se reunía en la librería gente de partidos políticos en la clandestinidad, sindicalistas e intelectuales. Los libros prohibidos esta ban debajo del mostrador y ha bía un trasiego constante de gente yendo y viniendo.

P. Muchos siguen viniendo sólo a conversar con usted.

R. Es que yo creo que el mejor remedio contra tantas depresiones que ahora tienen chicos y chicas es charlar, abrir el corazón, confiarse y contar las cosas. Antes, a mí los chicos con melenas y pelos largos siempre me habían parecido impresentables, hasta que llegó el primero a pedirme que le ayudara a elegir un libro para el Día de la Madre. Ahora también tengo buenos amigos homosexuales y lesbianas.

P. ¿Ha cambiado mucho su mentalidad con respecto a las mujeres?

R. Ha dado un vuelco absoluto. Me siento mucho más libre ahora, e incluso mi marido, que es "de los de toda la vida", si llego tarde o pronto, o la cena no está puesta, lo entiende, y tiene 80 años. Si volviera atrás, creo que me pensaría mucho lo de casarme, y a mis nietas les recomiendo que primero vivan y disfruten lo que puedan.

P. En estos tres lustros, ¿cómo ha visto la evolución del papel femenino en la sociedad?

R. Muy positiva. Esta época es mejor, pero las mujeres tienen muchos problemas. A veces pienso que a más de una le daría un palo. Las abandona el marido, se agarran una depresión enorme y cuando están saliendo de ella se lían con otro igual al anterior. A veces se parecen hasta físicamente. Es de masoquistas.

P. Si hubiera podido estudiar, ¿qué carrera elegiría?

R. Derecho; para defender a muchas mujeres que no tienen tantas abogadas donde elegir.

P. ¿Lee mucho?

R. La verdad es que sí, pero desde siempre. Cuando era joven leía novelas rosas; ahora las aborrezco. No creo en los príncipes azules, sino en la igualdad.

P. ¿Recuerda alguna lectura que haya recomendado?

R. Una señora que abandonada por el marido y entró a pedir un libro del escaparate. Lo eligió por el título: Dime que me quieres aunque sea mentira...

P. ¿Y cuál le recomendó?

R. Uno que trata sobre las mujeres que aman demasiado.