Olga Ramos se une a Malasaña con una placa

El Ayuntamiento inmortaliza a la cupletista en la casa donde ha cantado 25 años

A mediodía de ayer, el alcalde descubrió una placa dedicada a la cantante Olga Ramos en el número 51 de la calle de la Palma. En ese edificio, está ubicado desde hace 25 años el local Las Noches del Cuplé, donde la artista actúa a diario. Álvarez del Manzano llegó tarde, a pesar de lo cual dijo vibrantes palabras sobre el sano divertimiento nocturno. Y calificó a Olga Ramos como "musa de la noche que puede alargarse sin hacer daño". En la placa está escrito: "En este viejo rincón de Madrid, la violinista y cantante Olga Ramos con su arte mantuvo vivo el cuplé".

La artista, emocionada, c...

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A mediodía de ayer, el alcalde descubrió una placa dedicada a la cantante Olga Ramos en el número 51 de la calle de la Palma. En ese edificio, está ubicado desde hace 25 años el local Las Noches del Cuplé, donde la artista actúa a diario. Álvarez del Manzano llegó tarde, a pesar de lo cual dijo vibrantes palabras sobre el sano divertimiento nocturno. Y calificó a Olga Ramos como "musa de la noche que puede alargarse sin hacer daño". En la placa está escrito: "En este viejo rincón de Madrid, la violinista y cantante Olga Ramos con su arte mantuvo vivo el cuplé".

La artista, emocionada, comenzó así su parlamento "Querido barrio de Maravillas y de Malasaña, porque tanto monta, monta tanto; estoy encantada de figurar en la historía de Madrid como juglar".De esta forma, la popular cupletista lanzaba un guiño a la unión y buen entendimiento de dos entidades del barrio que mantienen diferencias: los partidarios de que el barrio se siga llamando de Maravillas -como toda la vida- y los que que propungnan que se llame de Malasaña. Aunque hay otra proposición, la de quienes defienden que Malasaña es una zona de Maravillas.

Olga Ramos, nacida en Badajoz en 1918, hizo un canto apasionado al sincretismo madrileño. A su alrededor estaban Álvarez del Manzano; Esperanza Aguirre; Juan Barranco; Gregorio Peces-Barba, rector de la Universidad Carlos ÍII; Ángel Matanzo, y Maruja, la lechera prodigiosa del barrio, vestida al modo goyesco.

La cantante hizo un panegírico del cuplé, del que afirmó que es la poesía callejera de la luz artificial, el garbo de la guapa y la suerte de la fea". Y recordó entre suspiros a Cipri, su castizo esposo ya fallecido.

"¡Vivan las mujeres!"

Al observar la disparidad de los concurrentes, se congratuló de que en esos momentos todo el mundo se olvidara de la política y sin aparente motivo gritó: "¡Vivan las mujeres!". Poco despúés coreada por pueblo y autoridades, Olga cantó: "Puede que sí, puede que no".Durante la espera al alcalde, que llegó tres cuartos de hora tarde, la Banda Municipal interpretó España cañón y el chotis Madrid, Madrid, que fue cantado con entusiasmo por algunos presentes.

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Entre el público alguien comentó. "Deberíamos hacer con Madrid como los asturianos, que han convertido el Asturias patria querida en su hinmo".

Álvarez del Manzano, estaba contento; Matanzo, dicharachero; Barranco, complaciente; Peces-Barba, circunspecto. Precisamente este último fue protagonista de una anécdota. Acabado el acto, la Banda de la Policía Municipal atacó un pasodoble.

Pero la pieza fue interrumpida a los ocho compases. Olga Ramos apostilló: "Pido disculpas porque me ha dicho el señor Peces-Barba que según no sé qué normativa, después del alcalde no habla nadie; y yo hablé detrás de él".

En ese momento tomó el micrófono y la palabra Gregorio Peces-Barba para hacer un elogio de la artista y de la corporación. Después de él no habló nadie.

Olga Ramos, orgullosa, advirtió previamente que su hija había compuesto una canción para la tuna de la Universidad Carlos III.

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