Los sindicatos mayoritarios en Air France no consiguen parar por completo la huelga

El conflicto de Air France se deshinchaba ayer, tras la victoria obtenida por los trabajadores frente al Gobierno conservador de Édouard Balladur, que el pasado domingo retiró su plan de reestructuración para esta companía aérea, y la demostración de fuerza de la huelga del transporte aéreo francés del pasado martes. No obstante, los empleados del personal de tierra de la compañía en el aeropuerto de Roissy decidieron seguir en huelga, pese a las consignas de su principal sindicato. Los de Orly acordaron continuar la protesta "con métodos diferentes". Los vuelos de Air France volvieron a regis...

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El conflicto de Air France se deshinchaba ayer, tras la victoria obtenida por los trabajadores frente al Gobierno conservador de Édouard Balladur, que el pasado domingo retiró su plan de reestructuración para esta companía aérea, y la demostración de fuerza de la huelga del transporte aéreo francés del pasado martes. No obstante, los empleados del personal de tierra de la compañía en el aeropuerto de Roissy decidieron seguir en huelga, pese a las consignas de su principal sindicato. Los de Orly acordaron continuar la protesta "con métodos diferentes". Los vuelos de Air France volvieron a registrar ayer fuertes perturbaciones, pero no los de Air Inter y las compañías extranjeras."Hay que saber terminar una huelga", reiteraban en las asambleas los líderes de la central sindical Force Ouvriere, mayoritaria entre el personal de tierra de Air France. Esas palabras eran acogidas con insultos y abucheos. Entre los victoriosos huelguistas reinaban la tensión y la confusión. Apoyados por las centrales CGG y CFDT, los trabajadores de carga y mantenimiento de Roissy decidieron no reincorporarse al trabajo. Sus compañeros de Orly no fueron tan lejos y se limitaron a proclamar "la continuación bajo formas diferentes" de la protesta.

Los partidarios de la huelga deseaban "garantías precisas y por escrito" del ministro de Transportes, Bernard Bosson, sobre la retirada definitiva del plan de reestructuración que preveía la supresión de 4.000 puestos de trabajo y la reducción de ingresos para las categorías más bajas. También exigían el pago de los días de huelga y el abandono de las acciones judiciales contra los trabajadores detenidos. Bosson rechazó cualquier diálogo directo con los huelguistas.

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