31 jefes de Estado y de Gobierno acuden a la primera cumbre del Consejo de Europa

El Consejo de Europa celebra hoy y mañana en Viena, la capital austriaca, la primera cumbre en su historia de jefes de Estado y de Gobierno de los 32 países que lo integran, sin que quepa esperar resultados tangibles de una reunión escasamente preparada y a la que varios participantes asisten de mala gana, según indican fuentes diplomáticas. El primer ministro británico, John Major, será, en principio, el único ausente de la cita.

La cumbre debería servir idealmente para definir el papel de esta institución, desgarrada entre su tradicional defensa de los derechos humanos y ciertas velei...

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El Consejo de Europa celebra hoy y mañana en Viena, la capital austriaca, la primera cumbre en su historia de jefes de Estado y de Gobierno de los 32 países que lo integran, sin que quepa esperar resultados tangibles de una reunión escasamente preparada y a la que varios participantes asisten de mala gana, según indican fuentes diplomáticas. El primer ministro británico, John Major, será, en principio, el único ausente de la cita.

La cumbre debería servir idealmente para definir el papel de esta institución, desgarrada entre su tradicional defensa de los derechos humanos y ciertas veleidades de convertirse en un nuevo foro de cooperación política en el Viejo Continente.El Consejo de Europa era hasta la caída del muro de Berlín un desconocido club de las democracias europeas, con la única excepción de Turquía, encargado, a través de un tribunal supranacional, de vigilar el estricto cumplimiento de los derechos humanos en sus Estados miembros. El desmoronamiento del comunismo y el acceso a su secretaría general de la dinámica Catherine Lalumiére (socialista francesa) han incitado a esta institución con sede en Estrasburgo a querer abarcar más.

En Viena se discutirá de la agilización de los mecanismos de protección de derechos humanos y la ampliación de este concepto a los derechos de las minorías étnicas, a lo que se oponen, por diversos motivos, Turquía, Francia y el Reino Unido. Las conclusiones de la cumbre serán, en el mejor de los casos, recomendaciones sin carácter vinculante desde un punto de vista jurídico.

El Consejo de Europa cuenta ahora con un 43% más de miembros que hace tan sólo tres años. Ha crecido a un ritmo vertiginoso, sin ser excesivamente escrupuloso sobre la pureza democrática de sus nuevos socios, entre los que cuenta desde hace unos días a Rumania. Ante sus puertas se agolpan ahora otros siete candidatos al ingreso, incluida Rusia, cuya adhesión podría acabar transformándolo en una especie de segunda Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), algunos de cuyos integrantes ni siquiera se declaran demócratas.

La cumbre tampoco va, sin embargo, a elucidar cuáles deben ser los límites de la organización. Hay, por ejemplo, división de opiniones sobre la oportunidad de la entrada de Rusia tras las elecciones convocadas por Borís Yeltsin. La reunión vienesa ha sido, además, lo suficientemente mal preparada para que no se haya producido un acercamiento de posiciones. En contra de lo anunciado, los embajadores en Estrasburgo no han sido apoyados por representantes de alto rango de sus 32 países, y los intentos de la presidencia belga de la Comunidad Europea de encauzar el debate previo han fracasado.

De ahí que, a diferencia de las cumbres de los Doce, el presidente del Gobierno español, Felipe González, acuda hoy a Viena a la convocatoria de su homólogo austriaco, Franz Vranitzky, con el tiempo justo. Ni siquiera asistirá mañana a la clausura de la reunión.

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Eficacia y credibilidad

En ella, la delegación española insistirá en que el Consejo de Europa debe centrarse en la defensa de los derechos humanos y no aspirar a ser un foro de cooperación política paneuropea, papel que ya desempeña la CSCE. "Esta sopa de siglas y el solapamiento de funciones entre diversas organizaciones perjudican la eficacia y nos restan credibilidad", dice un diplomático.

Javier Solana, el jefe de la diplomacia española, afirmaba a finales de septiembre ante el Congreso que los objetivos de la cumbre debían ceñirse al "fortalecimiento de la democracia y del Estado de derecho mediante mecanismos adecuados de protección de los derechos humanos, incluyendo los de las minorías, y la lucha contra la intolerancia, el racismo y la xenofobia".

Curiosamente, el líder del Partido Popular, José María Aznar, coincidirá en Viena unas horas con González. Mañana asistirá a la conferencia de jefes de Gobierno y de partido de la Unión Europea Demócrata Cristiana, que se celebrará unas horas antes de que empiece la cumbre.

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