Editorial:

Cuestión bilateral

LA OPERACIÓN Paso del Estrecho de Gibraltar no ha cogido desprevenidos este año a los responsables de que la anual avalancha de emigrantes magrebíes en tránsito por España hacia los países norteafricanos llegue a sus lugares de vacación sin demasiados pro blemas y en el tiempo previsto. Tampoco el trágico espectáculo de las endebles pateras llegando atestadas de emigrantes ilegales a las costas de Tarifa y otros puintos de la costa andaluza, o desapareciendo bajo el mar con sus ocupantes, ha vuelto a repetirse, aunque en algún momento se pudiera temer lo contrario.Las autoridades españolas es...

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LA OPERACIÓN Paso del Estrecho de Gibraltar no ha cogido desprevenidos este año a los responsables de que la anual avalancha de emigrantes magrebíes en tránsito por España hacia los países norteafricanos llegue a sus lugares de vacación sin demasiados pro blemas y en el tiempo previsto. Tampoco el trágico espectáculo de las endebles pateras llegando atestadas de emigrantes ilegales a las costas de Tarifa y otros puintos de la costa andaluza, o desapareciendo bajo el mar con sus ocupantes, ha vuelto a repetirse, aunque en algún momento se pudiera temer lo contrario.Las autoridades españolas estaban obligadas a tomar las medidas necesarias para evitar la repetición de los lamentables hechos del año pasado. En tanto se siga produciendo el movimiento estival de emigrantes magrebíes procedentes de Francia que retornan en verano a sus países de origen a través del territorio español -800.000 en esos meses-, ni España ni Marruecos pueden abandonar sus responsabilidades.

Esa responsabilidad bilateral se agudiza en el tema de los emigrantes ilegales que pretenden introducirse en España a través de territorio marroquí. En esta emigración salvaje perecieron el año pasade, 80 trabajadores en aguas del estrecho de Gibraltar. La mayor vigilancia policial sobre las mafias que hacen su agosto con los sueños de los emigrantes ha influido, sin duda, en la reducción del tráfico ilegal. Pero el motivo principal es la contrapartida española -prometida por el ministro Corcuera en su último viaje a Rabat- de aumentar el número de emigrantes marroquíes dentro del cupo anual aprobado por el Gobierno español. La reciente detección de algunas expediciones de emigrantes ilegales en las costas andaluzas hace temer que Rabat haya aflojado su vigilancia ante una hipotética reducción de ese cupo por parte española, con motivo de la crisis económica.

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