Thatcher ofrece un apoyo temporal a Major para frenar al centrista Clarke

La ex primera ministra británica, Margaret Thatcher, ofreció ayer una tregua a su atribulado sucesor. John Major debe mantenerse como primer ministro y líder del Partido Conservador, dijo lady Thatcher. La declaración de la dama de hierro no fue interpretada, sin embargo, como un apoyo sincero, sino como una maniobra de la derecha torie para frenar el ascenso al poder del centrista Kenneth Clarke y preparar el camino al joven thatcherista Michael Portillo.

La situación de Major es crítica, hasta el punto de que uno de sus diputados, le rogó ayer públicamente que dimitiera. El partido di...

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La ex primera ministra británica, Margaret Thatcher, ofreció ayer una tregua a su atribulado sucesor. John Major debe mantenerse como primer ministro y líder del Partido Conservador, dijo lady Thatcher. La declaración de la dama de hierro no fue interpretada, sin embargo, como un apoyo sincero, sino como una maniobra de la derecha torie para frenar el ascenso al poder del centrista Kenneth Clarke y preparar el camino al joven thatcherista Michael Portillo.

La situación de Major es crítica, hasta el punto de que uno de sus diputados, le rogó ayer públicamente que dimitiera. El partido discute ya sobre el reparto de la herencia. Los dos sectores tories, claramente divididos tras el debate sobre Maastricht, toman posiciones y preparan la lucha por el poder. En este contexto, Thatcher actúa como matriarca natural de, la derecha al intervenir en favor de Major.Si el primer ministro cayera este mismo año, la sucesión recaería muy probablemente en el europeísta y moderado Kenneth Clarke, actual canciller del Exchequer (ministro de Finanzas) y hombre fuerte del Gobierno. Eso es precisamente lo que la derecha thatcherista quiere evitar. Su candidato está cada vez más claro: Michael Portillo, segundo de Clarke como secretario del Tesoro, carismático y feroz ultraconservador.

Pero Portillo tiene sólo 40 años y no ha ocupado aún ninguno de los grandes ministerios, por lo que se le considera todavía verde para el máximo cargo político. El plan de Thatcher y su bando parece basarse en no precipitar la caída de Major, para que Portillo tenga tiempo de madurar Y esté a punto en el momento de la sucesión.

El mensaje difundido por la dama de hierro calificaba a MaJor como "el primer ministro adecuado" y agregaba: "No debe hablarse de disputarle el liderazgo en este momento. Eso sería erróneo e inoportuno". Tanta mención al momento y la oportunidad dejaba claro el mensaje implícito: ya llegarán la ocasión y el candidato.

La crisis del Partido Conservador se ha visto acentuada por el galopante aumento del déficit presupuestario británico, a punto de alcanzar los 10 billones de pesetas y ya el mayor de la Comunidad Europea. Hay dos soluciones para el problema: disminuir los gastos o aumentar los ingresos. La derecha es decididamente partidaria de la primera opción, aunque suponga un desmantelamiento parcial de la Seguridad Social. Los moderados, prefieren subir los impuestos.

Soluciones impopulares

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Ambas soluciones son impopulares y ambas rompen las promesas electorales que permitieron la victoria de Major en abril de 1992. La opción final deberá ser, lógicamente, una mezcla de impuestos y recortes. Pero lo esencial, para ambos bandos, es la proporción en que se combinen.La batalla interna del partido tiene un perfecto reflejo en el microcosmos del 11 de Downing Street, donde se cuece la política económica. Clarke, el canciller piensa más bien en impuestos; Portillo, su secretario, prefiere los recortes. Major no dice nada, pero algunos creen adivinar que está más cerca de Portillo que de Clarke. La lucha por la sucesión, abierta durante el debate sobre Maastricht, se ha trasladado ahora con toda su virulencia al terreno presupuestario.

El partido, mientras tanto, tiene que hacer frente a una crisis menor. El diario The Independent reveló ayer que Asil Nadir, un financiero turco acusado de estafa y recién huido a la zona turca de Chipre, pagó secretamente unas 500.000 libras (casi 100 millones de pesetas) a la oficina central de los tories con el fin de que se le concediera un título nobiliario.

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