El desgaste de un voto petrificado

Los resultados retrotraen a Herri Batasuna a la situación en que se encontraba a mediados de la pasada década, justo en el momento en que iniciaba el despegue que le llevó, en 1986, a conseguir 235.000 votos en el conjunto del País Vasco, incluyendo Navarra. Pierde 10.000 votos en relación con las autonómicas del 1990 y las pasadas elecciones generales de 1991, y se sitúa al final de un largo y suave descenso que ni las más voluntariosas e interesadas interpretaciones consiguen eclipsar.Lenta, pero inexorablemente, HB acusa el desgaste en su electorado y, sobre todo, empieza a ser incapaz de r...

Los resultados retrotraen a Herri Batasuna a la situación en que se encontraba a mediados de la pasada década, justo en el momento en que iniciaba el despegue que le llevó, en 1986, a conseguir 235.000 votos en el conjunto del País Vasco, incluyendo Navarra. Pierde 10.000 votos en relación con las autonómicas del 1990 y las pasadas elecciones generales de 1991, y se sitúa al final de un largo y suave descenso que ni las más voluntariosas e interesadas interpretaciones consiguen eclipsar.Lenta, pero inexorablemente, HB acusa el desgaste en su electorado y, sobre todo, empieza a ser incapaz de recoger el voto joven que se incorpora a las urnas. Es un voto petrificado, estabilizado en torno a los 200.000, que no encuentra sumandos en los trasvases del resto de los partidos y que tiene a su principal enemigo en el aumento de la participación electoral. En Euskadi, su porcentaje de voto ha bajado al 14,49%, frente al 17% de las pasadas generales y el 18,33% de las autonómicas. Ha dejado de ser la primera fuerza en Guipúzcoa y ha perdido dos de sus cuatro escaños. La versión oficial de HB es que su formación ha aumentando en número de votos si se compara con las últimas municipales. Con todo, el dirigente Patxi Zabaleta ha admitido que HB debe realizar "una autocrítica sincera y descarnada".