Tribuna:ELECCIONES 6 JUNIO

"Mon Dieu, mon Die"

Es lógico que José María Aznar y Valéry Giscard d'Estaing aparezcan juntos. Es normal que el ex presidente francés muestre públicamente su apoyo al candidato popular español. Pero que a alguien se le ocurra llevarle a un mitín en Valencia y que, encima, sea acogido con vítores, supera a lonesco. Existen parejas bien raras, pero ninguna resulta más inesperada que la que formaron el miércoles el ex presidente francés y miles de valencianos.El protagonista daba muestras de satisfecho asombro. Algunos asistentes, de asombro a secas. El hombre que impuso una "pausa" en el ingreso de España en la Co...

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Es lógico que José María Aznar y Valéry Giscard d'Estaing aparezcan juntos. Es normal que el ex presidente francés muestre públicamente su apoyo al candidato popular español. Pero que a alguien se le ocurra llevarle a un mitín en Valencia y que, encima, sea acogido con vítores, supera a lonesco. Existen parejas bien raras, pero ninguna resulta más inesperada que la que formaron el miércoles el ex presidente francés y miles de valencianos.El protagonista daba muestras de satisfecho asombro. Algunos asistentes, de asombro a secas. El hombre que impuso una "pausa" en el ingreso de España en la Comunidad Europea, el responsable del crujir de dientes de millones de agricultores españoles, sobre todo de los productores de frutas y hortalizas, obtuvo en Valencia, precisamente en Valencia, un recibimiento entusiasta. Mon Dieu, mon Dieu, qué rara es esta campana, musitaba a mi lado un periodista veterano.

Los estudios sociológicos demuestran que los españoles somos generosos y que hemos renunciado voluntariamente a la memoria histórica, incluso la más reciente. Aznar es un caso especial, si, como dicen sus amigos, le cuesta olvidar. Así que la explicación tiene que ser sólo política. O quizás, simplemente humana: confiesa que ha conocido a Giscard hace tan sólo tres años. "Me dicen que, con la edad, el ex presidente se ha humanizado mucho", reconoce, con un pequeño deje de ironía, el líder conservador.

Ya no hay tiempo para demasiados melindres, explican sus asesores. Conviene reforzar la imagen de que Aznar cuenta con apoyo internacional y la mejor forma de hacerlo es que políticos extranjeros de centro-derecha digan públicamente que desean que gane. Afortunadamente, en Sevilla encontraron otro interlocutor, Wilfred Martens. Sus consejos pueden ser mucho más útiles que la prepotente alternativa taurina (textual) que le ofreció Giscard, en un macarrónico español, aprendido, como confesó un día, "avec ma bonne espagnole ". Por lo menos, el primer ministro belga lleva más de 20 años negociando gobiernos de coalición con socialistas y nacionalistas y sabe mucho de privatizaciones. E incluso aprendió algo de español leyendo libros.

Giscard, Martens.... Realmente cuesta creer que personajes como ellos tengan la menor influencia en una campana como ésta. "No se trata de que influyan en el voto. Le he invitado porque le aprecio y porque él me invitó a participar en un mitin de su propia campaña, hace meses", asegura Aznar, imperturbable.

El líder conservador vuelve a ser la personificación del control. Pasea por las calles de Valencia despacio, deteniéndose sin prisas con cada simpatizante. Sin embargo, hay diferencias con respecto al Aznar de hace unos meses, semanas o días atrás. Se diría que le han caído encima, de repente, algunos años. "Gane o pierda, he aprendido muchas cosas. Gane o pierda, la vida política en España va a sufrir un vuelco importante. Gane o pierda, a partir del siete, nada será igual". En público, jamás aceptará la posibilidad de la derrota. Muy al contrario, aprovecha las últimas horas para acentuar su discurso presidencial y reclamar moderación a sus huestes. En privado, mon Dieu, mon Dieu, ¿quién sabe?

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