Entrevista:

"Hemos revalorizado a las Fuerzas Armadas a través de las operaciones internacionales"

MIGUEL GONZÁLEZ La reciente muerte, en Bosnia-Herzegovina, del teniente Arturo Muñoz Castellanos "ha puesto de relieve el aspecto más sacrificado de las misiones internacionales" en las que participan desde 1988 militares españoles. El ministro de Defensa no cree, sin embargo, que haya sido el precio por acabar con el histórico divorcio entre la sociedad española y sus Fuerzas Armadas. "La reconciliación empezó antes, cuando los ejércitos iniciaron su reforma. Y la han mantenido a un ritmo muy intenso, acercándose a sus homólogos europeos".

Pregunta. Ésta es la primera vez que el...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

MIGUEL GONZÁLEZ La reciente muerte, en Bosnia-Herzegovina, del teniente Arturo Muñoz Castellanos "ha puesto de relieve el aspecto más sacrificado de las misiones internacionales" en las que participan desde 1988 militares españoles. El ministro de Defensa no cree, sin embargo, que haya sido el precio por acabar con el histórico divorcio entre la sociedad española y sus Fuerzas Armadas. "La reconciliación empezó antes, cuando los ejércitos iniciaron su reforma. Y la han mantenido a un ritmo muy intenso, acercándose a sus homólogos europeos".

Pregunta. Ésta es la primera vez que el Ejército español interviene fuera de sus fronteras con el respaldo de la opinión pública. El apoyo popular, ¿es condición indispensable para este tipo de intervenciones?

Respuesta. Cara al futuro, las misiones fuera del territorio nacional van a ser de dos tipos. La primera es la modalidad clásica de intervención militar, previa declaración de guerra, en defensa de los intereses nacionales, aisladamente o dentro de una coalición internacional. La segunda es la que, bajo los auspicios de Naciones Unidas, intenta que una guerra activa concluya mediante un acuerdo, protegiendo a la población civil o interponiéndose entre las partes. Una misión de esta clase, con riesgo, necesita un apoyo lo más amplio posible y, hasta ahora, el Ejecutivo lo ha tenido. Yo quiero agradecer a las fuerzas parlamentarias que hayan sido comprensivas y hayan estado de acuerdo con lo que el Gobierno ha hecho.

P. Parte del apoyo de la sociedad española quizá se deba a la decisión de que sólo intervengan profesionales...

R. Para mí, la vida de un profesional y la de un soldado de reemplazo valen exactamente igual. El Gobierno ha encontrado un punto de equilibrio en este asunto. Los militares de reemplazo que participan en esta misión son siempre voluntarios y han expresado esta condición en documentos fórmales redactados expresamente, para que no haya confusión. En este momento, [los soldados de reemplazo] suponen alrededor del 10% del contingente. El criterio, en España y en la mayoría de los países, es que sean profesionales o voluntarios quienes intervengan en conflictos en los que los intereses nacionales no están amenazados. Yo estoy de acuerdo con este criterio y así se ha expresado también la oposición.

P. España ocupa desde hoy la presidencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Su principal tarea será aplicar el programa de acción acordado con EE UU, Rusia, Reino Unido y Francia. Un programa que ha recibido durísimas críticas.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

R. Los tres puntos que incluye el programa [tribunal de crímenes de guerra, sellado de la frontera serbio-bosnia y zonas de seguridad] están ya recogidos en resoluciones anteriores de Naciones Unidas. Ha habido un esfuerzo por acercar a europeos, rusos y americanos que era bastante necesario. Quizá lo que ha tenido este programa es una presentación poco afortunada y una reacción de los medios de comunicación americanos muy crítica, que se ha trasladado a Europa. Pero hay que recordar que quienes han reaccionado así son poco partidarios de que haya cascos azules de su país sobre el terreno. Nos estamos moviendo, una vez más, en esa contradicción, muy perceptible, que hay en casi todos los países occidentales, en los que buena parte de la opinión pública quiere una intervención militar masiva pero no admite que haya bajas de su propio país. En EE UU, sin bajas, americanas. En España, sin bajas españolas. Es imposible.

P. Más allá de la bondad o maldad del programa, el problema es si se va a cumplir. Si las zonas seguras van a serlo realmente y cómo se garantiza. Parece que sólo hay dos formas: aumentando los cascos azules, y nadie parece dispuesto a hacerlo, o delegando su defensa en la fuerza aérea, pero EE UU ha dicho que sus aviones sólo protegerán a los cascos azules, no a la población civil.

R. Las zonas de seguridad plantean un problema extraordinariamente complejo. Queremos proteger a la población civil, que está cercada, pero no queremos que se: conviertan en reservas o guetos. Por lo tanto, tendrán que estar comunicadas. Habrá que definir las superficies de las zonas seguras, los perímetros desmilitarizados y luego, garantizar que no se violan y que, en caso necesario, son defendidas. Las zonas de seguridad son indispensables para que pueda aplicarse el plan Vance-Owen. Si caen los enclaves del este de Bosnia, será casi imposible que haya allí en el futuro provincias administradas por los musulmanes, como dice el plan. El mando de la ONU ha estimado en 3.000 o 4.000 el número mínimo de cascos azules para proteger esas zonas, aparte Sarajevo. En las últimas semanas, hemos trabajado para ver quién aportaba ese número y, hasta ahora, no ha habido, ofertas. Me preocupa que lleguemos a agosto sin haber concluido el despliegue. Respecto a la defensa aérea, resulta indispensable. Es la única garantía que podemos dar, no sólo a los cascos azules, sino a la población civil. Veo difícil que se pueda defender a los cascos azules sin defender simultáneamente a la población, porque están juntos. El asunto es más semántico que real.

Balance de gestión

P. ¿Considera concluida su gestión al frente de Defensa o siente que aún le quedan tareas pendientes?

R. Yo he tenido que hacer mi gestión en momentos económicos muy adversos. A los tres meses de llegar al Ministerio sufrí una drástica disminución del presupuesto. Me he encontrado con ese condicionante pero, al mismo tiempo, he tenido la oportunidad de poner en valor a las Fuerzas Armadas que tenemos, a través de las operaciones internacionales. Y no lo he dudado. He confiado siempre en que eran capaces de hacerlo bien. En el norte del Irak, en El Salvador o en Yugoslavia. Me ha correspondido conseguir el acuerdo parlamentario sobre el nuevo modelo de Fuerzas Armadas, traducirlo en la ley del Servicio Militar o en la nueva Directiva de Defensa Nacional. Han sido dos años y medio difíciles, pero fructíferos. Se ha actualizado la doctrina de los ejércitos y abordado un nuevo despliegue en el territorio nacional. Estoy satisfecho de lo que he podido hacer, pero me gustaría participar en la ejecución de esos cambios ya diseñados.

P. ¿Cómo será el traspaso de funciones, si corresponde al PP formar el próximo gobierno?

R. En este ministerio y en otros, ese periodo sería ejemplar. Nadie que haya luchado por la democracia puede dudar que, llegado el caso, los socialistas actuaríamos como demócratas que somos. Pero no será necesario demostrarlo, no se va a producir.

Sobre la firma

Archivado En