Mafia, pero no sólo Mafia

Mafia, servicios desviados, masonería, terroristas... El problema en Italia es que, hoy como en los setenta, se dicen estas palabras sin que se sepa lo que significan. "Mafia, pero no sólo Mafia", quiere decir que no se sabe si se habla de algún político conocido, de Totó Riina o de las dos cosas. Como se llega a no saer si Bruno Contrada, el jefe de Policía de Palermo detenido el 23 de diciembre por colaborar con la Mafia, es una excepción en los servicios secretos o una de las muchas reglas.La cultura de la sospecha, a la que políticos como Giulio Andreotti culpan del deterioro...

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Mafia, servicios desviados, masonería, terroristas... El problema en Italia es que, hoy como en los setenta, se dicen estas palabras sin que se sepa lo que significan. "Mafia, pero no sólo Mafia", quiere decir que no se sabe si se habla de algún político conocido, de Totó Riina o de las dos cosas. Como se llega a no saer si Bruno Contrada, el jefe de Policía de Palermo detenido el 23 de diciembre por colaborar con la Mafia, es una excepción en los servicios secretos o una de las muchas reglas.La cultura de la sospecha, a la que políticos como Giulio Andreotti culpan del deterioro de las instituciones, no es la causa de la crisis sino una realidad que actúa como síntoma. Lo confirma la práctica cotidiana.

Se podía intuir, a medida que las investigaciones sobre corrupción y delincuencia política alcanzaban ciertos niveles, que uno de los desarrollos de la crisis serían estos atentados indiscriminados orientados a templar el clamor en favor de la Justicia. Y las bombas han llegado con la misma desfachatez y prepotencia con las que se ha ejercido un poder más orientado a perpetuarse que a garantizar. la legalidad.

En eso consiste la especificidad principal del caso de Italia, en que, mientras en España, por ejemplo, ETA o Tejero tienen unos rostros más o menos conocidos, atentados italianos como el de ayer son simplemente una vergüenza sin rostro, un asalto a la democracia por parte de fuerzas que se consideran lo suficientemente consolidadas y sobreentendidas como para no necesitar dar la cara.

En ese mundo fantasmagórico, que por desgracia no es novela, pueden haberse movido los políticos del llamado viejo régimen o sus antagonistas. O incluso únicamente la Mafia, que en ese caso habría conquistado el Estado como los narcotraficantes en Colombia. Carecen de significado las palabras Falange Armada, única supuesta organización que reivindicó el atentado de ayer, como todas las bombas que han estallado recientemente en Italia. Este grupo, al que la policía no concede crédito, se ha responsabilizado de la mayoría de atentados perpetrados en los últimos años, entre ellos varios contra intereses españoles.

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