"Yo soy un trabajador"

"¿Escribir un libro de memorias, un libro de recetas empresariales? ¿Como laccoca? No, no, ni hablar, yo soy un trabajador". Arriortúa se abre paso entre un bosque de manos, abrazos y felicitaciones. Flota sonriente beatificado en un altar ante el que ofrendan hombres de negocios de todo el planeta. Atraviesa el. campus de la Universidad de Estudios Empresariales de Saint Gallen (Suiza), después de pronunciar una ponencia que ha mantenido en vilo a más de 800 participantes, entre empresarios, profesores y estudiantes.En Alter-Rihn, a orillas del lago de Constanza, le espera un jet privado en c...

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"¿Escribir un libro de memorias, un libro de recetas empresariales? ¿Como laccoca? No, no, ni hablar, yo soy un trabajador". Arriortúa se abre paso entre un bosque de manos, abrazos y felicitaciones. Flota sonriente beatificado en un altar ante el que ofrendan hombres de negocios de todo el planeta. Atraviesa el. campus de la Universidad de Estudios Empresariales de Saint Gallen (Suiza), después de pronunciar una ponencia que ha mantenido en vilo a más de 800 participantes, entre empresarios, profesores y estudiantes.En Alter-Rihn, a orillas del lago de Constanza, le espera un jet privado en cuya cabina se realiza esta entrevista. El milagro superlópez tiene el don de la simplicidad. Los teóricos de la economía de la empresa no acaban de digerir su centelleante clase magistral. El directivo español ha pronunciado una conferencia rápida, pero no desde la mesa del profesor sino arriba y abajo del pasadizo del aula mientras su agudo perfil se reflejaba en una pantalla gigante.

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Es el estilo Detroit, que ha sembrado algunas dudas y sobre todo mucha estupefacción en el mundo académico centroeuropeo autocomplaciente y casi enmohecido en las aulas de los Alpes. Algunos de los participantes rumiaban pensativos. Arriortúa provoca una mezcla de temor, admiración y desconfianza.

Volkswagen, como la mayor parte de los grandes grupos empresariales alemanes, tiene hoy los costes de producción más altos de Europa. De ahí nace la solución superlópez; a grandes males grandes remedios, pensó Ferdinand Piëch, el actual presidente del grupo automovilístico designado para poner freno a los altos recursos invertidos durante el mandato de su antecesor, Carl Hahn. En el aeropuerto de Colonia-Bonn, Arriortúa baja del jet para instalarse en un Audi rojo metálico que le conducirá a su despacho en la sede de la potente Volkswagen. O, como él suele decir, "al tajo", a la fábrica, ahí donde conviene actuar a la hora de replantearse seriamente que no se pueden bajar los costes sin convencer al trabajador de que "su función es, más que un derecho, un patrimonio inalienable".

Su ideario es claro: ha llegado el final del trabajo alienado. La ruptura Arriortúa conecta con el principio de propiedad -la del trabajo- que ha levantado Europa y entronca con la sociología más americana de la llamada escuela de Virginia -Lester Thurow y Buchanan entre otros- Su síntesis tiene una y mil veces el mismo denominador: creatividad.

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