Tribuna:

Ellos y ellas

Últimamente oigo comentar a muchos veinteañeros que lo del feminismo es un abuso, que los chicos jóvenes ya no son machistas y que hoy las mujeres tenemos a los varones tan acorralados que no se atreven a manifestarse libremente como hombres.Yo les diría, primero, que el machismo, o mejor, el sexismo, es una ideología en la que todos somos educados, o sea, que no sólo pueden ser sexistas los hombres, sino también nosotras. Es cierto, además, que el nivel de machismo ha descendido de manera notable; pero aún queda muchísima tela que cortar, un sexismo insidioso y sutil que nos esclaviza a todos...

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Últimamente oigo comentar a muchos veinteañeros que lo del feminismo es un abuso, que los chicos jóvenes ya no son machistas y que hoy las mujeres tenemos a los varones tan acorralados que no se atreven a manifestarse libremente como hombres.Yo les diría, primero, que el machismo, o mejor, el sexismo, es una ideología en la que todos somos educados, o sea, que no sólo pueden ser sexistas los hombres, sino también nosotras. Es cierto, además, que el nivel de machismo ha descendido de manera notable; pero aún queda muchísima tela que cortar, un sexismo insidioso y sutil que nos esclaviza a todos, a mujeres y hombres, aunque muchos de los varones no lo adviertan.

Una chica de 30 años, agregada cultural en una embajada, me comentaba el otro día con desconsuelo: "Para las mujeres es dificilísimo hacer la carrera diplomática, porque no encuentras hombres que te sigan en tus destinos por el mundo: tienes que escoger entre tu profesión y tu vida personal". Eso, el conflicto de cómo llevar a la vez la vida laboral y la privada, sigue siendo durísimo para las mujeres. Un reciente estudio ha demostrado que las mujeres españolas que trabajan fuera de casa hacen además tres horas más al día que sus parejas de trabajo doméstico: el sexismo perdura, aunque diferente, aunque atenuado. En cuanto a las quejas de esos hombres que se sienten acorralados por las chicas, sin duda hay mujeres necias que en ocasiones pueden pasarse de agresivas (como, por otra parte, se pasan infinidad de hombres todo el rato); pero no sé por qué se duelen tanto de esas menudencias y no protestan, en cambio, ante los excesos con que también les castiga a ellos la sociedad sexista: ante el imperativo de éxito, por ejemplo, que sufren los varones. Eso sí que es brutal y ni se dan cuenta.

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