Cartas al director

Un espejismo

Un día más me levanto a las 6.30 de la mañana. De los cinco que somos en mi familia, sólo dos trabajamos; los otros tres disfrutan del paro y sin ninguna subvención. Bien, pues como yo debo ir a mi trabajo y antes suelo ducharme y asearme, caliento cacerolas de agua que siempre tengo reservada en bidones. Lo mismo fue en los años cuarenta o cincuenta. ¿Y por qué?, preguntarán. ¿En que rincón de esta España en permanente expansión y en plena orgía orgásmica de la posmodernidad del 92 vivirá este hombre?, dirán otros. Pues en San Agustín de Guadalix, a 30 kilómetros de la capital de España. ¿Y q...

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Un día más me levanto a las 6.30 de la mañana. De los cinco que somos en mi familia, sólo dos trabajamos; los otros tres disfrutan del paro y sin ninguna subvención. Bien, pues como yo debo ir a mi trabajo y antes suelo ducharme y asearme, caliento cacerolas de agua que siempre tengo reservada en bidones. Lo mismo fue en los años cuarenta o cincuenta. ¿Y por qué?, preguntarán. ¿En que rincón de esta España en permanente expansión y en plena orgía orgásmica de la posmodernidad del 92 vivirá este hombre?, dirán otros. Pues en San Agustín de Guadalix, a 30 kilómetros de la capital de España. ¿Y qué es lo que pasa? Pues muy sencillo: que tras varios años de manar semibarro por los grifos, han montado una depuradora, y como aquí ni hubo Expo, ni Juegos Olímpicos, ni pasa el AVE, el invento no funciona y cada dos por tres, izas!, sin agua.Si encima te acabas de enterar de que el paro superó el 20% de la población activa, batiendo todos los récords históricos, está claro que la modernidad y el fatídico 92 sólo fueron un espejismo.-

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