"¿Sudaca? Falso"

Lo primero que hará el peruano Juan Ramiro Aguirre Ramírez cuando vuelva a Lima será poner una denuncia ante el consulado español. Una denuncia por discriminación. Tiene 43 años. Llegó solo a España hace dos años y pico. Ahora tiene a su familia y un trabajo como médico. Para trasladar a sus hijos al colegio necesita un carné de conducir en regla.

El que tiene es internacional. A punto de expirar su vigencia, solicitó homologar el que consiguió en Perú hace más de 20 años. "Fui a Tráfico para saber los requisitos. Me remitieron al RACE (Real Automóvil. Club de España) para que certi...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Lo primero que hará el peruano Juan Ramiro Aguirre Ramírez cuando vuelva a Lima será poner una denuncia ante el consulado español. Una denuncia por discriminación. Tiene 43 años. Llegó solo a España hace dos años y pico. Ahora tiene a su familia y un trabajo como médico. Para trasladar a sus hijos al colegio necesita un carné de conducir en regla.

El que tiene es internacional. A punto de expirar su vigencia, solicitó homologar el que consiguió en Perú hace más de 20 años. "Fui a Tráfico para saber los requisitos. Me remitieron al RACE (Real Automóvil. Club de España) para que certificara la clase a la que equivalía y me dieron la B-1. Con el certificado, fotocopias del pasaporte y tarjeta de residente volví", dice airado. "El funcionario que recibió el expediente ni se molestó en mirarlo. Me dijo que muchos expedientes sudamericanos son falsos y que debía volver a examinarme".

Más información

"¿Puedo hacerlo aquí?" le pregunté. "Aquí no examinamos. Tiene que ir a una autoescuela". "Pero señor", le dije, "llevo 20 años conduciendo. No puedo gastarme ahora 200.000 pesetas, que no tengo, en pagar una autoescuela para aprender lo que ya sé. ¿Qué puedo hacer?".

Juan Ramiro se irrita y denuncia un trato discriminatorio con los suramericanos. Vio que a los europeos y gringos que se acercaban a la ventanilla no les ponían ninguna objeción; con él y otros de su mismo color de piel todo eran obstáculos. "Si fuéramos a comportamos en América como nos tratan aquí a nosotros, los cinco millones de españoles que residen allí se hubieran largado", dice. "Se me quema la sangre. Convalidar el título de médico-cirujano me costó un año, sí, pero me lo dieron sin objeción. Ahora, ¿qué hago? ¿Quién lleva a mis hijos al colegio? ¿Me expongo a salir a la calle, a que me paren y me pongan una multa?".

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En