LA BATALLA POR LA CASA BLANCA

Productividad, política industrial y 'new deal'

Robert J. Shapiro, asesor económico de Bill Clinton, es, de todo el equipo del candidato demócrata, el más partidario de la economía de mercado. Su punto de partida es el hecho de que "en los años setenta y ochenta, el producto interior bruto, los avances en productividad, inversión neta e ingresos personales crecieron, en tasa media anual, entre el 50% y el 75% respecto a las de la generación anterior".Según afirma, Bill Clinton, quiere "aumentar la inversión pública y privada para expandir la capacidad productiva de las empresas y trabajadores y apoyar las fuerzas de la competencia, a...

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Robert J. Shapiro, asesor económico de Bill Clinton, es, de todo el equipo del candidato demócrata, el más partidario de la economía de mercado. Su punto de partida es el hecho de que "en los años setenta y ochenta, el producto interior bruto, los avances en productividad, inversión neta e ingresos personales crecieron, en tasa media anual, entre el 50% y el 75% respecto a las de la generación anterior".Según afirma, Bill Clinton, quiere "aumentar la inversión pública y privada para expandir la capacidad productiva de las empresas y trabajadores y apoyar las fuerzas de la competencia, a través de incentivos, oportunidades y premios para que las compañías y trabajadores innoven y produzcan". Tanto Reich como Magaziner -también del equipo de asesores de Clinton- subrayan la necesidad de una política industrial. "Debe tener dos objetivos: integrar la amplia gama de políticas establecidas por el Gobierno -investigación y desarrollo, comercio, antitrust, créditos fiscales y subsidios- en una estrategia coherente para estimular la competencia. Segundo, debe facilitar el movimiento de capitales que permita mayor valor añadido por empleado".

Construir el consenso social

La cantidad de obstáculos existentes y las dificultades acumuladas han llevado a imaginar algún tipo de consenso social para evitar una nueva lucha por la redistribución de ingresos. Una especie de new deal de los años treinta. Pero no existe tal posibilidad, ya que sólo una quinta parte de la fuerza laboral está sindicada en Estados Unidos. Por otra parte, Clinton posee una historia contraria a los sindicatos en el Estado de Arkansas y favorable a los empresarios en materia de despido libre.Tanto en la hipótesis de una victoria de Clinton como de Bush, el problema de la presión social y urbana es una amenaza real. Una pista para seguir la evolución posible es la fría relación entre el dirigente demócrata negro Jesse Jackson y Bill Clinton. En la convención del partido, el discurso de Jackson vaticinaba: "En 1932, Franklin Roosevelt luchó por la presidencia con una plataforma que proponía equilibrar el presupuesto en medio de una recesión. Los trabajadores le empujaron hacia el new deal. El ímpetu del cambio no vendrá desde arriba hacia abajo... Cuando Roosevelt llegó a la Casa Blanca, la presión de los trabajadores hizo posible el pacto. Cuando Kennedy fue presidente, Martin Luther King dirigió un movimiento que hizo inevitable los derechos civiles. Cuando Bill Clinton sea elegido, tenemos que construir un movimiento que coloque la justicia social en el primer plano".

El discurso fue distribuido, pero..., por su propia iniciativa o por sugerencia de los dirigentes de la convención, no fue leído. La amenaza de Jackson, empero, sigue en pie.

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