El Parlamento de Rusia quiere forzar a Boris Yeltsin a nombrar un Gobierno menos reformista

El Congreso de los Diputados del Pueblo, el macroparlamento ruso, dejó ayer claro que quiere forzar un cambio de Gobierno en el país al rechazar por amplia mayoría una propuesta clave del presidente Borís Yeltsin, con la que éste pretendía posponer de diciembre a la próxima primavera la reunión del legislativo. Los diputados centristas se unieron a los que forman la oposición radical al Gobierno (ultranacionalistas y comunistas) para bloquear la maniobra de Yeltsin, destinada a ganar tiempo.

Esta votación deja al Gobierno ruso en una situación sumamente precaria al verse, obligado a res...

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El Congreso de los Diputados del Pueblo, el macroparlamento ruso, dejó ayer claro que quiere forzar un cambio de Gobierno en el país al rechazar por amplia mayoría una propuesta clave del presidente Borís Yeltsin, con la que éste pretendía posponer de diciembre a la próxima primavera la reunión del legislativo. Los diputados centristas se unieron a los que forman la oposición radical al Gobierno (ultranacionalistas y comunistas) para bloquear la maniobra de Yeltsin, destinada a ganar tiempo.

Esta votación deja al Gobierno ruso en una situación sumamente precaria al verse, obligado a responder de su política ante el macroparlamento de forma casi inmediata, en un momento de profunda crisis económica y antes de que la privatización masiva que se acaba de poner en marcha se consolide y pueda ofrecer los primeros frutos.El rechazo al aplazamiento de la reunión del Congreso unió ayer a dos grupos con intereses diferenciados: el de la oposición ultranacionalista y comunista, que pretende mermar los poderes del presidente y derribar el Gabinete de Yégor Gaidar para dar paso a un Gobierno de salvación nacional; y el de los grupos centristas, cuya principal cabeza visible es el vicepresidente, Alexandr Rutskói, cuyo objetivo es forzar un Gobierno de coalición en el que el reformismo moderado tenga un papel preponderante.

En los medios políticos rusos, no se descarta que el cambio de Gabinete se produzca antes de diciembre, lo que podría dar pie o bien a un nuevo intento de aplazamiento de la reunión del Congreso, o bien a una reunión del macroparlamento más controlada, al acudir unidos los centristas y los reformistas radicales. Cada vez se extiende más la convicción en Moscú de que Yeltsin va a pactar con los centristas. Ese acuerdo supondría el apartamiento del poder de parte del actual equipo reformista, que no oculta su nerviosismo.

Varios diputados ultranacionalistas publicaron ayer una carta abierta en la primera página de Pravda, el antiguo órgano del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), en la que expresan las posiciones de los grupos más radicales hacia Yeltsin: "Está usted conduciendo a Rusia no hacia su renacimiento, sino hacia un callejón sin salida. Por favor, dimita".

El conjunto de la oposición radical, que el próximo sábado planea constituir formalmente el denominado Frente de Salvación Nacional, pretende forzar la caída del Gobierno en la reunión del Congreso y plantear en el mismo una moción de confianza contra el propio Yeltsin, cuya dimisión, sin embargo, no podría ser impuesta de inmediato al requerir la intervención del Tribunal Constitucional. En todo caso, su propósito es imponer enmiendas a la Constitución que resten poder a la presidencia.

"¡Por el amor de Dios, dejen al presidente en paz!", exclamó ayer el presidente del Parlamento, Ruslán Jasbulátov, en un momento de la sesión. Jasbulátov ha sido acusado públicamente por un grupo de destacados representantes del Gobierno de tolerar la preparación de un "nuevo golpe de Estado" y de haber consentido que el Parlamento se haya convertido "en un bastión del revanchismo".

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El poder de Jasbulátov no es sólo el que normalmente se deriva de ocupar la presidencia del legislativo, ya que directamente bajo su mando se encuentra una unidad policial formada por 5.000 hombres. Esa unidad policial actúa totalmente al margen del Ministerio del Interior y no sólo se dedica a la custodia del edificio del Parlamento -la Casa Blanca-, sino que se encarga de la vigilancia de 75 importantes sedes, incluidas las de la antigua televisión soviética, el Banco Central, el Tribunal Supremo, el Ministerio de Justicia y el de Exteriores.

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