Cartas al director

Corazones abiertos

Hace unos días, en la madrileña zona de los mesones de la calle Mayor, a las 22.30, yacía un hombre moribundo sobre la acera. Muchos ni miraban, algunos miraban y seguían caminando. Los mesoneros ya le conocían, "...es un loco que se escapa cada vez que lo recogen. Los municipales ya le conocen, está aquí casi todos los días y en el mismo estado. No se puede hacer nada".Parece tan normal, hoy día, en esta nuestra sociedad tan sofisticada, ver morir a las personas en la calle, como ir de compras y ver escaparates. ¡Dios mío! ¡Para qué tanta Europa y tantas vainas! Con esto quiero denunci...

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Hace unos días, en la madrileña zona de los mesones de la calle Mayor, a las 22.30, yacía un hombre moribundo sobre la acera. Muchos ni miraban, algunos miraban y seguían caminando. Los mesoneros ya le conocían, "...es un loco que se escapa cada vez que lo recogen. Los municipales ya le conocen, está aquí casi todos los días y en el mismo estado. No se puede hacer nada".Parece tan normal, hoy día, en esta nuestra sociedad tan sofisticada, ver morir a las personas en la calle, como ir de compras y ver escaparates. ¡Dios mío! ¡Para qué tanta Europa y tantas vainas! Con esto quiero denunciar, primero, nuestra frialdad, nuestra hipocresía, nuestros miedos que no nos permiten inclinarnos hacia esas gentes medio muriendo que vemos todos los días en las calles de nuestras ciudades. Muchos serán sus problemas: alcoholismo, locura, rebeldía, lo que sea, para llegar a estos extremos, pero algo podemos hacer por ellos. Sólo con apoyarles cuidadosamente contra la pared o levantarles, hablarles o llamar al 092 ya les ayudamos.

Quiero denunciar, segundo, el que no exista una infraestructura adecuada para cuidar y curar a estas personas, un lugar en donde no sientan la necesidad de escapar.

Abramos nuestros corazones, primero, y luego trabajemos en soluciones.-

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