Tribuna:

Sexo y ratón

Después de los excesos del teléfono erótico, que ha reventado un montón de tímpanos, esperábamos un ordenador genital. Pero el sexitex, que así se llama este nuevo servicio informático, ya existe desde hace varios meses y cuenta con 200.000 usuarios enganchados a él."Necesito direcciones de lavabos de señoras donde se pueda mirar a través de puertas o paredes en Barcelona, capital", tecletea un abonado en su parpadeante pantalla. Poco después aparece un solícito catalán, agazapado ante la suya, dispuesto a facilitar la valiosa información.

Según los creadores de este servicio, de...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Después de los excesos del teléfono erótico, que ha reventado un montón de tímpanos, esperábamos un ordenador genital. Pero el sexitex, que así se llama este nuevo servicio informático, ya existe desde hace varios meses y cuenta con 200.000 usuarios enganchados a él."Necesito direcciones de lavabos de señoras donde se pueda mirar a través de puertas o paredes en Barcelona, capital", tecletea un abonado en su parpadeante pantalla. Poco después aparece un solícito catalán, agazapado ante la suya, dispuesto a facilitar la valiosa información.

Según los creadores de este servicio, del que Telefónica es intermediario y cuya central está en Altea (Alicante), un joven catalán ostenta el récord de uso ininterrumpido del sexitex, al haber permanecido jadeante y con la lengua fuera más de 52 horas consecutivas enganchado al programa. Y no hay engaño, porque el sistema se desconecta automáticamente a los 15 minutos si el usuario no permanece activo, lo acaricia o hace travesuras con él.

La opción de mayor demanda permite entablar relaciones íntimas con otros miembros de la nueva secta sexual. Uno de ellos, madrileño de 27 años, ansía consumar el sueño erótico que le persigue desde la infancia: irse a la cama con una monja cachonda. Para ello está dispuesto a seguir pagando por cada hora de conexión con la excitante red las 1.100 pesetas de la tarifa en vigor.

La amenaza que presenta la variedad electrónica de placer por ordenador es que un perverso introduzca en el sistema un virus contaminante. Entonces se borraría de la pantalla el objeto del deseo -sea texto, imagen o mensaje pornográfico-, para mostrar en la oscuridad algún símbolo de mofa o de castigo. Pero contra este temido veneno todavía no hay antídoto que salve al lascivo ratón.

Archivado En