LA CARRERA HACIA LA CASA BLANCA

En lucha contra su propia imagen

El reto de Dan Quayle es convencer de que sirve para vicepresidente

El vicepresidente de Estados Unidos, Dan Quayle, de 45 años, es un hombre que se encuentra en permanente batalla contra su propia imagen.Su reto principal no es ganar elecciones ni gobernar con acierto, sino convencer a los norteamericanos de que tiene la capacidad suficiente para el cargo para el que lo ha elegido el presidente George Bush.

La biografía de Danforth Quayle es, en realidad, el historial brillante de un hombre ambicioso y distinguido.

Abogado de profesión, tuvo sus primeros cargos políticos locales a los 24 años. Y a los 29 fue ya elegido para el Congreso norteamer...

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El vicepresidente de Estados Unidos, Dan Quayle, de 45 años, es un hombre que se encuentra en permanente batalla contra su propia imagen.Su reto principal no es ganar elecciones ni gobernar con acierto, sino convencer a los norteamericanos de que tiene la capacidad suficiente para el cargo para el que lo ha elegido el presidente George Bush.

La biografía de Danforth Quayle es, en realidad, el historial brillante de un hombre ambicioso y distinguido.

Abogado de profesión, tuvo sus primeros cargos políticos locales a los 24 años. Y a los 29 fue ya elegido para el Congreso norteamericano después de derrotar en la contienda a un demócrata que aspiraba a su octavo mandato.

Quayle nació en Indianápolis (Indiana), pero su infancia transcurrió en un pequeño pueblo de ese mismo Estado, Huntington, donde creció en un hogar de clase media, según el propio vicepresidente se empeña constantemente en destacar en sus intervenciones.

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Alrededor de la familia

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"Como muchos de mi generación me formé alrededor de la familia, la escuela pública, las ligas menores, el baloncesto y la iglesia de los domingos", afirma.

Su presencia en la candidatura republicana está destinada a compensar el factor generacional, que puede jugar a favor de los demócratas.

Dan Quayle tiene casi la misma edad que los demócratas Bill Clinton y Al Gore, pero una visión muy distinta de lo que esa generación aportó a Estados Unidos.

En cuatro años de Gobierno, por mucho que haya cumplido misiones importantes en el extranjero y haya presidido la influyente Comisión para la Competitividad, sólo se le recuerda por los chistes sobre él y por sus propias meteduras de pata, como su reciente y famoso error al deletrear la palabra patata.

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