Cartas al director

No olvidaré a los piratas

Hace siete años yo era un estudiante apasionado por la informática. Gasté todos mis ahorros en hacer un viaje a Estados Unidos para encoutrar un editor que pudiera distribuir un programa que acababa de terminar. Conseguí lo que me proponía, y continué programando. Fruto de este trabajo surgieron dos juegos que también se distribuyeron en Estados Unidos y en Europa.A pesar de que gozaron de cierto éxito, mis ingresos eran muy reducidos, ya que las ventas se veían afectadas por la piratería informática. Por cada programa que se vendía se hacían diez o más copias ilegales. Mis ingresos brutos jam...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Hace siete años yo era un estudiante apasionado por la informática. Gasté todos mis ahorros en hacer un viaje a Estados Unidos para encoutrar un editor que pudiera distribuir un programa que acababa de terminar. Conseguí lo que me proponía, y continué programando. Fruto de este trabajo surgieron dos juegos que también se distribuyeron en Estados Unidos y en Europa.A pesar de que gozaron de cierto éxito, mis ingresos eran muy reducidos, ya que las ventas se veían afectadas por la piratería informática. Por cada programa que se vendía se hacían diez o más copias ilegales. Mis ingresos brutos jamás sobrepasaron las 150.000 pesetas mensuales, a pesar de trabajar más de sesenta horas semanales. Tuve que abandonar.

Este año termino la carrera de Empresariales, y no me quejo de mi suerte, pero jamás olvidaré que los piratas terminaron con mi sueño de vivir de la programación.

Si escribo esta carta es porque estoy indignado cuando oigo a José Luis Sánchez Arribas decir que él sólo ganaba 200.000 pesetas mensuales copiando programas. ¡Cómo se puede admitir que una persona cobre por un trabajo que no ha hecho!

Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Archivado En