Cartas al director

Derechos humanos

Comienzo a estar harto de que se ofenda la inteligencia de manera tan grosera como en la avalancha de artículos del tipo de Las sanciones llegan tarde. ¿Hemos olvidado el trato deparado en Alemania a los turcos, los pálestinos, Indonesia, Timor, Guatemala, las mujeres de la Alemania del Este empujadas a esterilizarse para conservar sus trabajos, China ... ?Estoy dispuesto a escuchar cualquier razonamiento que justifique por qué "interesa" apoyar a los croatas (tan respetuosos como los serbios, u Occidente mismo, con los derechos humanos) y penalizar a los serbios. Después, y siguiendo m...

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Comienzo a estar harto de que se ofenda la inteligencia de manera tan grosera como en la avalancha de artículos del tipo de Las sanciones llegan tarde. ¿Hemos olvidado el trato deparado en Alemania a los turcos, los pálestinos, Indonesia, Timor, Guatemala, las mujeres de la Alemania del Este empujadas a esterilizarse para conservar sus trabajos, China ... ?Estoy dispuesto a escuchar cualquier razonamiento que justifique por qué "interesa" apoyar a los croatas (tan respetuosos como los serbios, u Occidente mismo, con los derechos humanos) y penalizar a los serbios. Después, y siguiendo mis lealtades económicas e ideológicas, decidiré qué postura adoptar.

Claro que con ello llegamos al núcleo del problema, que no es otro que el propio decidir. Otros han de decidir por mí, pues sólo así es posible asegurar que su decisión, y en consecuencia intereses, prevalezca.

En aras de ello se adormece al ciudadano con bellas palabras y excelentes deseos, y si no basta, se recurre a la violencia.

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Ejemplos no faltan.

¿El pecado de los serbios?: no entregar su economía a la depredación y desestructuración por parte de quienes gobiernan Occidente. Ése, y no otro, es el motivo de la algarabía. Podemos comprobarlo viendo la forma en que se reparten, y repartirán, los papeles de buenos y Malos en Europa oriental y la ex URSS. El nacionalismo puede ser bueno o malo, pero el nacionalismo económico de los otros es, por definición, absolutamente malo: es, diríamos recordando a Reagan, demoniaco. Y los demonios, sus colaboradores, y sus víctimas in cluso, han de morir. -

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