Tribuna:

El pájaro

Aquel pájaro tenía forma de pez; de hecho, vivía como un pez, quizá porque no le quedaba otro remedio: su sistema respiratorio era branquial e inhábil, por tanto, para ser utilizado fuera del agua. Además de eso, carecía de patas y de alas, y en lugar de pico tenía una boca redonda formada por dos labios móviles. A lo largo de su cuerpo, recubierto de escamas, se distribuían las aletas, que, en combinación con la cola, le permitían moverse con agilidad dentro del agua. Vivía en el océano, pero al nadar movía las aletas como si fuesen alas, imitando los movimientos de los pájaros con forma de p...

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Aquel pájaro tenía forma de pez; de hecho, vivía como un pez, quizá porque no le quedaba otro remedio: su sistema respiratorio era branquial e inhábil, por tanto, para ser utilizado fuera del agua. Además de eso, carecía de patas y de alas, y en lugar de pico tenía una boca redonda formada por dos labios móviles. A lo largo de su cuerpo, recubierto de escamas, se distribuían las aletas, que, en combinación con la cola, le permitían moverse con agilidad dentro del agua. Vivía en el océano, pero al nadar movía las aletas como si fuesen alas, imitando los movimientos de los pájaros con forma de pájaros que atravesaban la atmósfera. Su vuelo era mudo y lento, como una pesadilla. Los otros peces, que ignoraban que se trataba de un pájaro, se acercaban a él con propósitos sociales, pero eran rechazados con la torpe imitación de un picotazo.A veces le asombraba que los demás le vieran como un pez, porque él, cuando cerraba los ojos y se recorría imaginariamente desde los intestinos hacia afuera, percibía debajo de las branquias un buche emplumado, donde se acumulaban trinos y gorjeos. Y si se tocaba el interior de la boca con la lengua, le parecía adivinar la profundidad de un pico. Pero al abrir los ojos regresaba implacable la realidad mojada y oscura en la que se agitaba su cuerpo fusiforme. Dentro de aquel cuerpo, como en las profundidades de una mazmorra, se debatía su identidad de pájaro.

Un día especialmente soleado ascendió hacia la superficie del mar para contemplar el vuelo de una gaviota, que enseguida comenzó a acercarse a él con la naturalidad de un congénere. Antes de que pudiera reaccionar, fue atrapado y conducido a la arena, donde fue troceado y deglutido, adoptando al fin la forma de su identidad. Nunca llegó a enterarse de su nuevo aspecto.

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