El otro esperanto

El pelotón internacional se comunica en una jerga extraída de muchos idiomas

Un atento paseo por la salida, la llegada, los hoteles o cualquier punto de encuentro del Tour depara perlas como la siguiente: "Manu, tengo problemas avec le guidon" (Manu, tengo problemas con el manillar) o "I'm tres fatigué" (Estoy muy cansado). Las frases corresponden al francés Philipot (Banesto), y al noruego Kvalsvoll (Z), pero son aplicables a cualquiera de los 195 corredores, llegados de 22 países, que forman el pelotón. No se trata de un problema disléxico o de incapacidad idiomática. Es el esperanto del ciclismo, una curiosa jerga sin gramática ni diccionario.

Mientras la Eur...

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Un atento paseo por la salida, la llegada, los hoteles o cualquier punto de encuentro del Tour depara perlas como la siguiente: "Manu, tengo problemas avec le guidon" (Manu, tengo problemas con el manillar) o "I'm tres fatigué" (Estoy muy cansado). Las frases corresponden al francés Philipot (Banesto), y al noruego Kvalsvoll (Z), pero son aplicables a cualquiera de los 195 corredores, llegados de 22 países, que forman el pelotón. No se trata de un problema disléxico o de incapacidad idiomática. Es el esperanto del ciclismo, una curiosa jerga sin gramática ni diccionario.

Mientras la Europa comunitaria salva obstáculos en su proyecto de unificación, el Tour discurre ya por siete países sin cortapisas fronterizas (España, Francia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Alemania e Italia) y maneja una lengua que, en el fondo, no es una, sino muchas. Todo ello es posible gracias a la adopción de un particular modelo de mercado único que garantiza la libre circulación de trabajadores. Si anteriormente los grupos deportivos debían poseer en el Tour una cifra de corredores nacionales de la mitad más uno, ahora no existe limitación alguna. Unicamente los nueve corredores del Clas español, del Castorama francés y del Lotto belga poseen un mismo pasaporte. El resto es una curiosa coctelera con el Panasonic como trago fuerte: el equipo holandés posee dos rusos, un italiano, un alemán y cuatro belgas. ¿Y holandeses? Uno, sólo uno: Eddy Bouwmans, un hombre al que el ordenador sólo reconoce a partir de 1990 que fue quinto en la última edición de la Semana Catalana.¿Cómo piden la sal los lituanos Arunas Cepele y Arturas Kasputis a sus compañeros colombiamos del Ryalcao Postobón? ¿Cómo insulta el uzbeko Yamolidin Abduyapárov a sus rivales en la llegada? ¿Cómo indica dónde le duele el suizo Alex Zülle a Miguel Ángel Rubio, el digitopuntor ciego de la ONCE? ¿Cómo pactó Javier Murguialday (Seguros Amaya) con el francés Richard Virenque (RMO) su victoria de etapa en Pau? Como pueden. El alemán Marcel Wust, del RMO, no tenía problemas antes de fracturarse la clavícula en la bajada del Jaizkíbel, en San Sebastián. Habla cinco idiomas y con sus directores deportivos, Jacques Michaud y Bruno Rossel, empleaba el inglés. Similar capacidad disfruta Stephen Hodge, el australiano del ONCE. Polígloto como pocos, emplea el alemán con el suizo Zülle, el español con Manolo Saiz, el, inglés con el danés Johnny WeItz y el francés con Laurent Jalabert y su compañero Philippe Louviot.

Jalabert se defiende bien con el español, pero Louviot, ni palabra. Es normal. Así como franceses, italianos y españoles suelen, salvo excepciones, trabajar en equipos de su misma nacionalidad, belgas, suizos, holandeses, daneses, australianos, noruegos, lituanos, rusos y estadounidenses manejan, como buenos mercenarios que son, un nutrido paquete de idiomas. Es una cuestión de educación y, sobre todo, de necesidad. Pello Ruiz Cabestany reconoce que en ocasiones tiene problemas de comprensión con sus compañeros italianos del equipo Gatorade, pero mínimos. "Hay palabras, gestos, miradas y expresiones que, en carrera o fuera de ella, todos comprendemos". No podría ser de otra manera. Greg LeMond, por ejemplo, se emplea básicamente en francés e inglés, pero siempre ha sabido lo que Pedro Delgado ha querido decirle en los muchos duelos que ambos han protagonizado en las cumbres del Tour.

La idea de devolver a la ronda francesa los equipos nacionales no encuentra, de momento, demasiado abono para crecer. Todo lo contrario le está sucediendo al inglés, lengua extraña hace años en el pelotón que, poco a poco, comienza a encontrar su sitio. Greg LeMond fue su impulsor. Para algunos es una cuestión de patrocinadores: los anglosajones son, junto a los españoles, los más potentes, y la crisis del ciclismo francés encuentra una de sus muchas causas en la falta de marcas decididas a invertir. Lo cierto es que la organización. de la carrera ha publicado, por primera vez, el reglamento dé la prueba en dos idiomas: francés e inglés.

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