Los obispos pueden imponer la censura previa a los fieles y a las editoriales católicas

Los obispos diocesanos tienen derecho a "exigir que los rieles sometan a su juicio los escritos que vayan a publicar y tengan relación con la fe y las costumbres". Tal precepto podría ser impuesto, en casos particulares, tanto a personas individuales como a editoriales.

La censura previa puede imponerse a "categorías de personas (clérigos, religiosos, editoriales católicas, etcétera), o sobre determinadas materias", se lee en una instrucción sobre el "uso de los instrumentos de comunicación social", publicada ayer oficialmente por el Vaticano.El documento, que lleva la firma del cardena...

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Los obispos diocesanos tienen derecho a "exigir que los rieles sometan a su juicio los escritos que vayan a publicar y tengan relación con la fe y las costumbres". Tal precepto podría ser impuesto, en casos particulares, tanto a personas individuales como a editoriales.

La censura previa puede imponerse a "categorías de personas (clérigos, religiosos, editoriales católicas, etcétera), o sobre determinadas materias", se lee en una instrucción sobre el "uso de los instrumentos de comunicación social", publicada ayer oficialmente por el Vaticano.El documento, que lleva la firma del cardenal Joseph Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, se propone "alentar y ayudar a los pastores al cumplimiento de su deber" de desarrollar "una especial atención y vigilancia" sobre los "instrumentos de comunicación social", a la vista de que a través de éstos "se van difundiendo cada vez más ideas erróneas".

La instrucción, aprobada por el Papa el pasado 30 de marzo, consiste en un compendio de las normas canónicas existentes sobre el tema, cuya vigencia se actualiza, y va dirigida a un público muy amplio: "A los teólogos, a los agentes de pastoral y a los periodistas católicos, así como a los periodistas en general", por los que Ratzinger expresa su estima, "considerando las difíciles condiciones en que desarrollan sus funciones". También a los editores y distribuidores católicos.

Sus principales destinatarios son los obispos, que "han de ejercer oportunamente, aunque con prudencia, el derecho-deber de vigilar sobre la fe y las costumbres" y "aplicar, según los casos, las sanciones administrativas o peníles previstas por el derecho de la Iglesia", aunque estos instrumentos deban ser "los últimos a los que se recurra".

La aprobación y la licencia previas son los medios normales de intervención de los obispos en la información, previo "dictamen del censor o censores". La aprobación es obligatoria ."para la publicación de libros de la Sagrada Escritura y sus traducciones a una lengua vernácula, para los catecismos y otros materiales catequéticos, para los libros de texto de uso en las escuelas que traten de materias relacionadas con la fe y la moral".

La licencia previa rige, en cambio, "para la preparación y publicación por parte de los fieles, incluso en colaboración con los hermanos separados, de traducciones de la Sagrada Escritura, para los libros de oraciones de uso público o privado ( ... ), para los escritos de clérigos o religiosos en los periódicos, folletos o revistas que de modo manifiesto suelen atacar a la religión católica o a las buenas costumbres, para los escritos de religiosos que traten de cuestiones de religión o de costumbres".

Traducciones

Una licencia o aprobación canónica es sólo "válida para el texto original, no para las ediciones sucesivas ni las traducciones", y deberá figurar impresa en el texto junto al "nombre del ordinano que concede la licencia, así como a la fecha y el lugar de la concesión". "Contra la negación de.la licencia o aprobación, es posible el recurso administrativo ante la Congregación para la Doctrina de la Fe"."Los editores católicos no publiquen escritos que carezcan de licencia eclesiástica, cuando ésta sea preceptiva", se lee además en la instrucción de Ratzinger, que, por otra parte, recuerda "a los fieles" que "no sólo están obligados a no cooperar en la difusión de obras contrarias a la fe y a la moral, sino que deben esmerarse positivamente en la divulgación de escritos que contribuyan al bien humano y cristiano de los lectores".

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