Los socialistas franceses maniobran para que no les salpique el 'escándalo Tapie'

El escándalo del procesamiento por desfalco de Bernard Tapie, empresario y, hasta el pasado sábado, ministro del Gobierno socialista francés, ha llegado en el momento en que el presidente François Mitterrand, gracias al debate sobre Maastricht, y Pierre Bérégovoy, nuevo primer ministro, recuperaban popularidad. El poder socialista maniobra para impedir ser salpicado por la espectacular caída de su aliado.

Después de haber utilizado a este hijo de obreros enriquecido rápidamente como modelo de empresario de izquierdas, tras haber desempeñado el papel de parachoques frente al ascenso ...

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El escándalo del procesamiento por desfalco de Bernard Tapie, empresario y, hasta el pasado sábado, ministro del Gobierno socialista francés, ha llegado en el momento en que el presidente François Mitterrand, gracias al debate sobre Maastricht, y Pierre Bérégovoy, nuevo primer ministro, recuperaban popularidad. El poder socialista maniobra para impedir ser salpicado por la espectacular caída de su aliado.

Después de haber utilizado a este hijo de obreros enriquecido rápidamente como modelo de empresario de izquierdas, tras haber desempeñado el papel de parachoques frente al ascenso de la ultraderecha en la región marsellesa, los socialistas franceses huyen de Tapie como de un apestado. Barones del partido del puño y la rosa como Pierre Mauroy y Laurent Fabius aseguran que nunca ha sido santo de su devoción. Merced a autoamnistías y presiones sobre policías y jueces, los socialistas franceses han escapado en los últimos años a las redes de los turbios escándalos financieros derivados de la financiación ¡legal de su partido. Tapie, sin embargo, no ha tenido la misma suerte. El propietario de Adidas y otras empresas, presidente del Olympique de Marsella, diputado prosocialista y fugaz ministro de la Ciudad ha sido atrapado por un asunto surgido del pasado. Los socialistas afirman ahora querer situarse en la vanguardia de la lucha contra la corrupción y se han visto obligados a ofrecer en sacrificio un chivo expiatorio. Ni la simpatía de Mitterrand y Bérégovoy por Tapie, ni la popularidad de éste entre la gente de izquierda de la región marsellesa, han podido paralizar la acción de la juez Edith Boizette.

En la tarde del pasado miércoles, Tapie fue procesado por abuso de bienes sociales, un delito susceptible de una condena de uno a cinco años de cárcel y 500 millones de pesetas de multa. La juez Boizette estimó que hay indicios racionales de verosimilitud en la denuncia presentada por el empresario y diputado neogaullista Georges Tranchat.

Las pruebas aportadas permiten suponer que Tapie se embolsó en 1985 unos 250 millones de pesetas de la sociedad de importación de material electrónico japonés que había constituido con Tranchant. En libertad provisional, Tapie se ha retirado al campo y, por primera vez, ha rehuido el contacto con los periodistas. Sus abogados anuncian que piensa contraatacar y sacar a la luz los trapos sucios de su ex socio y actual denunciante.

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