LA CONSTRUCCIÓN DE EUROPA

La reina de Inglaterra defiende la ampliación de la CE

La reina Isabel II hizo ayer afirmación ante el Pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo de la voluntad comunitaria del Reino Unido. Defendió el Tratado de Unión Europea como el "equilibrio necesario encontrado en Maastricht". Su llamada al respeto de la diversidad de los socios europeos se compensó con su convicción de que "es necesario reforzar la capacidad de los europeos para actuar sobre una base europea cuando la naturaleza de un problema exige una respuesta europea". La Comunidad Europea (CE) está haciendo, dijo la soberana británica, "un esfuerzo único en la historia del mundo", per...

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La reina Isabel II hizo ayer afirmación ante el Pleno del Parlamento Europeo en Estrasburgo de la voluntad comunitaria del Reino Unido. Defendió el Tratado de Unión Europea como el "equilibrio necesario encontrado en Maastricht". Su llamada al respeto de la diversidad de los socios europeos se compensó con su convicción de que "es necesario reforzar la capacidad de los europeos para actuar sobre una base europea cuando la naturaleza de un problema exige una respuesta europea". La Comunidad Europea (CE) está haciendo, dijo la soberana británica, "un esfuerzo único en la historia del mundo", pero hace falta, además, que "la familia europea" se extienda a otros países.

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Isabel II añadió que es crucial que la Comunidad continúe asumiendo sus responsabilidades internacionales y si "ha acogido siempre a las naciones europeas que compartían objetivos fundamentales, otros países candidatos llaman a la puerta". "Hace falta", afirmó, "tener confianza y abrir esa puerta, porque cada vez que la Comunidad se ha ampliado se ha reforzado al mismo tiempo". El ingreso de nuevos socios es la prioridad política del Reino Unido.El mensaje de la reina, un producto cuidadosamente elaborado con intervención del palacio de Buckingham, Downing Street -residencia oficial del primer ministro- y del Foreign Office -el Ministerio británico de Asuntos Exteriores- es la carta de presentación de los objetivos de la presidencia británica de la CE, que comenzará sus funciones el próximo 1 de julio. La dirección política del Reino Unido sobre los asuntos europeos se completará el 1 de noviembre, cuando, también por un semestre, pase a desempeñar la presidencia del Consejo de Europa.

La soberana cuidó al máximo los detalles para su presentación europea. Vestida con traje y sombrero de olor azul Europa, Isabel II se caló con manos enfundadas en guantes negros unas gafas, que después se quitó, para leer desde la tribuna de oradores su primer discurso ante el Pleno del Parlamento Europeo.

Mientras, en la mesa de la presidencia, su marido, el príncipe Felipe de Edimburgo, sentado junto al presidente de la Eurocámara, Egon Klepsch, escuchaba atento sus palabras. Los eurodiputados interrumpieron varias veces con aplausos el mensaje de la soberana. Con su presencia ayer, la reina británica cerró el ciclo de visitas a la Cámara de Estrasburgo de todos los jefes de Estado y de Gobierno de los países de la CE.

Para despecho de ciertos representantes del aislacionismo británico, Isabel II hizo una vigorosa defensa de la construcción europea, un gesto que augura una tormenta política según ciertos periódicos británicos. La reina, sin embargo, tuvo cuidado de establecer matices.

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Primero defendió la diversidad de los países europeos, factor de enriquecimiento. Pidió también que la Comunidad tome las decisiones "lo más cerca posible del ciudadano". Su voto en favor del principio de subsidiariedad (dejar a las instancias nacionales, regionales o locales la competencia en aquellos asuntos en los que sean más eficaces) fue más notorio porque olvidó mencionar siquiera la política social de la CE, uno de los frentes de rechazo del actual Gobierno británico.

Para consumo interno, Isabel II defendió el vigor de los debates del Parlamento británico, "un estilo que puede ser el de la confrontación como algunos de mis antepasados lo constataron". Pero enseguida precisó que "las diferencias de estilo y de opinión son insignificantes en comparación con la actual vocación firme de los europeos por la reconciliación y la democracia". Es decir, nada hay que justifique una incompatibilidad de tradiciones parlamentarias. La soberana citó a Winston Churchill y Jean Monnet, uno dé los padres de Europa, para justificar "los sólidos fundamentos" sobre los que se construye Europa.

El mensaje se resume en que es necesario "arraigar desde hoy un interés común", porque la reconciliación es capaz de reemplazar los conflictos". "No, nos podemos permítir", añadió, "estar demasiado satisfechos de nosotros mismos porque la guerra no ha sido suprimida del continente europeo. Pienso sobre todo en las repúblicas de lo que era Yugoslavia, desgarradas por la guerra".

Nuevos socios

La entrada de nuevos socios es más necesaria que nunca: "Con el hundimiento del muro de Berlín, el telón de acero ha desaparecido. Nuestra misión consiste en cuidar y alimentar los verdes brotes de una primavera democrática". La Comunidad, insistió, "no puede decepcionar" a las democracias antiguas o nuevas que se vuelven cada vez más hacia ella. La frase final fue: "Que Dios nos pueda inspirar sabiduria mientras construimos juntos' nuestra familia europea".

Tras la visita al Parlamento, la reina hizo entrega ante el Tribunal de Derechos Humanos del Consejo de Europa de una réplica exacta de la Carta Magna firmada por el rey Juan en 1215 en la catedral de Salisbury. Ese texto, origen del constitucionalismo británico, fue la primera cesión de privilegios del monarca ante la presión de los ciudadanos.

En los jardines del futuro Palacio de Derechos Humanos de Europa, la reina Isabel II plantó un árbol, un retoño de roble traído expresamente desde el parque de Windsor, en donde se encuentra una de las residencias reales, cercana a Londres.

El protocolo tenía previsto, si había tiempo, una visita a las obras del futuro edificio, donde la reina se vería obligada a cambiar su fino sombrero por un casco de albañil.

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