Holanda reconoce como refugiados políticos a homosexuales extranjeros perseguidos

Igor, Vladímir, Efgenge y Valnye llegaron a Holanda procedentes de la antigua URSS y de Rumania. Venían huyendo de una persecución que les había arrojado a la clandestinidad por su condición de homosexuales. En 1991 los dos soviéticos obtuvieron el estatuto de refugiado político, el primero de su clase otorgado por el Departamento de Justicia, tras comprobar que habían sido perseguidos en su país por su condición de homosexuales. La pasada semana se conoció el caso del súbdito británico Andrew Prychodsky, a quien se le ha concedido, por igual causa, un permiso regular de estancia.

A...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Igor, Vladímir, Efgenge y Valnye llegaron a Holanda procedentes de la antigua URSS y de Rumania. Venían huyendo de una persecución que les había arrojado a la clandestinidad por su condición de homosexuales. En 1991 los dos soviéticos obtuvieron el estatuto de refugiado político, el primero de su clase otorgado por el Departamento de Justicia, tras comprobar que habían sido perseguidos en su país por su condición de homosexuales. La pasada semana se conoció el caso del súbdito británico Andrew Prychodsky, a quien se le ha concedido, por igual causa, un permiso regular de estancia.

Andrew Prychodsky, condenado en tres ocasiones en el Reino Unido por contactos con menores, dispone ahora en Holanda de un permiso regular de estancia que le permitirá buscar empleo y establecerse. Para el movimiento homosexual holandés, se trata de un importante avance en su integración social. Para el ministerio constituye una prueba del clima de tolerancia imperante, "que no excluye un estudio exhaustivo de cada solicitud de asilo". En el caso de los dos jóvenes rumanos, su permiso de residencia, cursado también el pasado año, se basó en razones humanitarias. Como los soviéticos, tienen entre 19 y 30 años y viven en estos momentos en el sur de Holanda. Del cuarteto, dos trabajan en una fábrica y una granja, otro estudia y el último busca aún empleo. Para todos, lo más difícil resultó demostrar que habían sido acosados en su tierra por las autoridades.

"Suelen quemar las pruebas que puedan comprometerles y llegan a Holanda sin nada. Si fueron obligados a informar a la policía secreta, conservan a veces la copia de algún documento. Pero al principio cuentan extrañas historias. Tienen miedo y no conciben que fuera de su país la situación sea distinta. A veces se echan incluso a llorar al comprobar cómo trabajamos aquí". Con esta última frase, Henk Krol, redactor jefe de Gay Krant (Diario Gay), alude a la propia sede de la publicación quincenal, que edita 40.000 ejemplares. Krol recuerda casos de estudiantes llegados del este de Europa que fueron obligados a colaborar con la policía para no verse forzados a abandonar su carrera universitaria. Luego sufrieron fuertes depresiones.

Parejas estables

Otros encuentran un compañero holandés que gana suficiente dinero y el Estado no considera una carga económica al extranjero. "Como dispondrán de los mismos derechos que los matrimonios o parejas heterosexuales, consiguen librarse antes de la ansiedad". De todos modos, las pruebas resultan esenciales para Justicia. Entre las más relevantes incluye los despidos laborales sin otro motivo que la homosexualidad del trabajador. El ministerio estudia ahora varias decenas de demanda de asilo cursadas por personas y llegadas en su mayoría de países del centro y este de Europa. "Aunque en nuestros archivos anotamos sólo la nacionalidad del solicitante, es cierto que aumentan las firmadas por polacos, rumanos y rusos que aducen ser perseguidos por su condición de homosexuales". Aad Kosto, secretario de Estado de Justicia holandés, se ha comprometido a estudiar con sus colegas de Exteriores el papel de las embajadas en la contención o denuncia de las violaciones de derechos fundamentales en este campo. Aun reconociendo las dificultades que ello entraña, en una entrevista concedida a Gay Krant afirmaba: "La no aceptación de la homosexualidad supone falta de civilización".

Archivado En