Compartir cocina y baño

Alquilar una habitación en Villaverde Bajo es casi imposible. Hay una empresa inmobiliaria en la calle de Juan José Martínez Seco -que es como la Castellana del barrio- donde esta semana se ofrece un piso amueblado de dos habitaciones por 65.000 pesetas. Como en el resto del país, hay que pagar otra mensualidad a la agencia. Ésa es una de las pocas ofertas que hay.Otra posibilidad es compartir cocina y baño por 23.000 pesetas con dos compañeros. Un vigilante de seguridad de Ciudad Real y un obrero conquense que trabaja en una fábrica de pilas, por ejemplo, estarían encantados de acoger otro co...

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Alquilar una habitación en Villaverde Bajo es casi imposible. Hay una empresa inmobiliaria en la calle de Juan José Martínez Seco -que es como la Castellana del barrio- donde esta semana se ofrece un piso amueblado de dos habitaciones por 65.000 pesetas. Como en el resto del país, hay que pagar otra mensualidad a la agencia. Ésa es una de las pocas ofertas que hay.Otra posibilidad es compartir cocina y baño por 23.000 pesetas con dos compañeros. Un vigilante de seguridad de Ciudad Real y un obrero conquense que trabaja en una fábrica de pilas, por ejemplo, estarían encantados de acoger otro compañero en el piso.

No hay ninguna pensión, y para comprar un piso de segunda mano hay que empezar a hablar a partir de los siete millones de pesetas. Los pisos se encuentran hasta por 18 millones, con garaje incluido.

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De cualquier forma, siempre puede uno toparse con gente como la dueña de] sanatorio del Calzado, en la calle de San Agapito, dispuesta a echar una mano por nada a cambio en la búsqueda de casas de alquiler. La razón de que sea tan difícil encontrarlas es porque muchos trabajadores de Renfe se asientan aquí, cerca de la estación de tren del barrio.

El inquilino tendrá la sensación de vivir en una zona alegre en la que las madres pasean con los carritos de bebé por las aceras. Si entra en uno de los bares, en el Márquez, por ejemplo, se dará cuenta de que los hombres se sientan a caballo en las sillas los miércoles para ver el fútbol mientras algunas chicas charlan en la barra junto a tres cañas. Se percatará de que comer por allí es barato y que hay hasta un chino y una pizzería donde dos personas comen por 3.000 pesetas.

El inquilino se dará cuenta también de que integrarse en Villaverde Bajo es difícil, porque las amistades vienen forjándose desde hace muchos años.

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