Cartas al director

Leyes y seres humanos

Si es cierto que en España no existe el racismo, ¿por qué no puedo alquilar películas en el videoclub de mi barrio?El videoclub tiene sus razones. Y es que nací en Buenos Aires, Argentina; en fin, que soy extranjera. Sudaca. Cuando el caballero que me atendió me pidió el DNI para darme un número de socio, yo, llena de satisfacción, saqué mi flamante permiso de residencia y trabajo.

Después de mirarlo y admirarlo me explicó que sin el DNI no había posibilidad alguna para mí. Pregunté razones. "Los extranjeros os mudáis muy a menudo de piso, y hasta hubo una señora peruana que se l...

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Si es cierto que en España no existe el racismo, ¿por qué no puedo alquilar películas en el videoclub de mi barrio?El videoclub tiene sus razones. Y es que nací en Buenos Aires, Argentina; en fin, que soy extranjera. Sudaca. Cuando el caballero que me atendió me pidió el DNI para darme un número de socio, yo, llena de satisfacción, saqué mi flamante permiso de residencia y trabajo.

Después de mirarlo y admirarlo me explicó que sin el DNI no había posibilidad alguna para mí. Pregunté razones. "Los extranjeros os mudáis muy a menudo de piso, y hasta hubo una señora peruana que se llevó un vídeo y no lo devolvió", me dijo.

Así que ahí estaba yo, con mi tarjeta de residencia, queriendo que alguien me diese una razón legal, lógica, que apareciese escrita en un papel, algo así como Estatuto de los videoclubes o Deberes y derechos de los socios, pero no, no había nada de eso. Solamente éramos un señor que después de pedirle repetidas veces una explicación a tal absurdo profirió unos insultos muy castizos y yo, roja de rabia, indignación e impotencia, saliendo de allí maquinando qué hacer. No es mi deseo pedir vendetta. Lo único que persigo denunciando estos hechos es defender los derechos que también tenemos los extranjeros. Me creo en el deber de hacerlo, y hablo no sólo en mi nombre, sino en el de todos aquellos que por una u otra razón hemos decidido hacer de este país nuestra segunda patria.

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Es justo y lógico que haya ciertas leyes de inmigración, pero detrás de todas las leyes, de todos los papeles, hay seres humanos, no importa dónde hayan nacido, que sufren, sienten y tienen problemas, desde el poder trabajar, conseguir una vivienda en alquiler, hasta la insignificancia de no poder ser socio de un videoclub.

Cuando iba a la escuela me enseñaron que España era la madre patria de los argentinos. Pero a veces, por la forma de proceder de algunos fanáticos, me siento más bien como una huérfana en manos de la despiadada madrastra.-

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