"Algo ha cambiado en Cataluña y no habrá marcha atrás"

Pregunta. España es el asunto.Respuesta. ¿España? Si todo va bien, nos encontraremos en Europa. El Estado español está obligado a una reestructuración política y territorial en el nuevo contexto europeo que se está diseñando. Desde el poder español estas elecciones han de leerse como un aviso de que es preciso iniciar conversaciones para reestructurar el Estado de tal manera que las diferentes naciones no españolas del Estado puedan recuperar el espacio que les corresponde en Europa. Si antes ya tenía interés en visitar a Felipe González, ahora tengo un doble interés.

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Pregunta. España es el asunto.Respuesta. ¿España? Si todo va bien, nos encontraremos en Europa. El Estado español está obligado a una reestructuración política y territorial en el nuevo contexto europeo que se está diseñando. Desde el poder español estas elecciones han de leerse como un aviso de que es preciso iniciar conversaciones para reestructurar el Estado de tal manera que las diferentes naciones no españolas del Estado puedan recuperar el espacio que les corresponde en Europa. Si antes ya tenía interés en visitar a Felipe González, ahora tengo un doble interés.

P. ¿Cuándo va a hacerlo?

R. Cuando me reciba. Hasta ahora no he tenido respuesta. Pero insistiré ante el propio partido socialista de Cataluña. Yo entiendo que la Corona y las Fuerzas Armadas estén preocupadas por una nueva situación política que rompe el esquema pactado en la transición. Por eso quiero explicarme ante ellos. Es preciso hacer desaparecer fronteras interiores y crear una única frontera estrictamente continental, buscando un nuevo marco de relaciones intraeuropeas.

P. Habla usted de entrevistarse con el Rey, con González; sin embargo, acaba de decir que "es preciso expulsar a los Borbones de Cataluña" y que "Madrid debe temblar porque Cataluña será independiente".

R. Eso son frases de mitin, que se explican al calor del mitin. Lo que debe entender Madrid, y el aparato del Estado, es que algo muy profundo ha cambiado en Cataluña. Y que no habrá marcha atrás.

P. Sin embargo, lo que ahora importa es el mientras tanto, su estrategia inmediata.

R. Hay dos caminos: que el Estado acepte reformar la Constitución y que permita un referéndum sobre la independencia en Cataluña y en el resto de las naciones ibéricas. Ahora bien, yo soy muy pesimista en cuanto a esta vía.

P. Claro, claro.

R. Se hace difícil pensarlo. Por lo tanto, y a pesar de que yo dejo la puerta abierta a que el adversario reconozca lo que debe hacer y lo haga, nosotros planteamos otra estrategia: el fortalecimiento de una opción por la independencia que alcance la mayoría en el Parlamento de Cataluña y que cree su propia legalidad.

P. ¿Van ustedes a establecer alianzas con otras fuerzas independentistas de España?

R. En el próximo Parlamento habrá un grupo de diputados por la independencia del País Vasco, de Galicia y de Cataluña. Hay un acuerdo de base entre Eusko Alkartasuna y ERC para ello. Y hay posibilidades de que se incorporen el Bloque Nacionalista Gallego y el Partido Andalucista.

P. Los cambios de fronteras suelen asociarse históricamente con la violencia.

R. Si hay violencia, que espero que no, será por parte del Estado. Yo espero que el Estado respete la democracia en Cataluña.

P. ¿La independencia vale la violencia?

R. La independencia nunca vale la violencia.

P. En todo caso, el anterior análisis y la proyección de futuro se cimentan en una realidad algo más escasa que sus expectativas: 11 diputados en un Parlamento de 135 y dominado por la mayoría absoluta ampliada de un partido que no ha optado por el independentismo. ¿Existe el peligro de que 15 minutos de gloria deriven en cuatro años de frustración?

R. En absoluto. Hemos alcanzado nuestros objetivos: convertirnos en la tercera fuerza política. Los jóvenes lo saben. Saben que habrá un trabajo de oposición y de vigilancia y control muy intenso de la mayoría. Y saben que ahora, justamente ahora, empezamos. No habrá frustración. Lo único que hasta ahora ha frustrado a este país es el pujolismo.