Maastricht y el derecho de asilo, armas electorales de los partidos alemanes

El derecho de asilo y el Tratado de Maastricht se han convertido en el arma arrojadiza de los dos grandes partidos alemanes con vistas a las elecciones del próximo 5 de abril. En Baden-Würtemberg, el último de los länder occidentales controlados por los democristianos del canciller Helmut Kohl, un nuevo revolcón de la CDU pondría en graves aprietos a su líder. En Schleswig-Holstein, el nuevo presidente socialdemócrata, Bjorn Engholm, debe revalidar su puesto, y cualquier resultado que no sea una victoria arrolladora debilitaría su posición en el SPD.

Los líderes del SPD, encabezados por...

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El derecho de asilo y el Tratado de Maastricht se han convertido en el arma arrojadiza de los dos grandes partidos alemanes con vistas a las elecciones del próximo 5 de abril. En Baden-Würtemberg, el último de los länder occidentales controlados por los democristianos del canciller Helmut Kohl, un nuevo revolcón de la CDU pondría en graves aprietos a su líder. En Schleswig-Holstein, el nuevo presidente socialdemócrata, Bjorn Engholm, debe revalidar su puesto, y cualquier resultado que no sea una victoria arrolladora debilitaría su posición en el SPD.

Los líderes del SPD, encabezados por el derrotado candidato a la cancillería Oskar Lafontaine, amenazan con votar en contra de la ratificación del Tratado para la Unión Europea firmado en Maastricht en diciembre. Acusan a Kohl de haber pactado a la baja, especialmente de no haber conseguido aumentar los poderes del Parlamento Europeo (PE), y de entregar el marco alemán sin suficientes garantías.El voto negativo del SPD supondría la no ratificación del tratado, ya que es necesaria una mayoría de dos tercios en el Bundestag (Parlamento), pero los socialdemócratas parecen cada vez más decididos a jugar con el extendido temor popular a perder la moneda que representa en sí misma el bienestar del país.

"En mi opinión", dijo el socialdemócrata Rudolf Scharping, ministro presidente de Renania-Palatinado, "el tratado no es aceptable sin algunas enmiendas". Según Scharping, sus socios liberales en la coalición que gobierna en Maguncia opinan lo mismo. Todo lo contrario de lo que cree el ministro de Exteriores, Hans Dietrich Genscher, líder indiscutíble del FDP, para quien "no debe haber ninguna duda sobre este asunto".

Según el jefe de la diplomacia alemana, rechazar el progreso hacia la unidad europea puede provocar el resurgir de un nuevo nacionalismo. El mismo argumento fue utilizado por Kohl. "Cualquiera que toque la canción nacionalista", dijo en un mitin de la campaña de Baden-Würtember, "está cantando contra el futuro de nuestra patria". El canciller asegura que los poderes del PE se ampliarán en el futuro.

Menos extranjeros

El otro caballo de batalla electoral es el tema del derecho de asilo. En este asunto es la CDU la que juega a favor de la opinión pública, insistiendo en la necesidad absoluta de incluir en la reforma constitucional en curso una modificación que entorne la generosa puerta por la que se han colado, sólo en 1991, cerca de 300.000 extranjeros, y manipulando en este sentido la ola de violencia contra extranjeros.

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La presión de la CDU ha conseguido crear el pánico en las, hasta hace poco, prietas filas socialdemócratas. Gerhard Schroeder, el ministro presidente de Baja Sajonia, ha sido el primero en conceder que tal vez sea necesario modificar la legislación. Por el contrario, es en este asunto donde las fisuras en las filas del Gobierno de Bonn entre la CDU y sus socios liberales aumentan.

Por primera vez desde que hace más de 10 años el FDP decidió romper su alianza con los socialdemócratas y aupar a Kohl a la jefatura del Gobierno, un Consejo de Ministros informó por separado de una decisión. Se trataba de la aprobación del Tratado de Maastricht. El portavoz del canciller .anunció la aprobación del Gabinete, haciendo constar que el tratado exigiría la reforma constitucional que limite el derecho de asilo en Alemania. Por su parte, el portavoz del FDP hizo constar que ni el tratado exigía este cambio constitucional ni los liberales estaban por la labor.

En Stuttgart, la capital de Baden-Würternberg, se echa de menos al antiguo ministro presidente Lothar Spaeth, que tuvo que dimitir tras descubrirse que aceptaba regalos de las grandes empresas de este land. Su sucesor, Erwin Teufel, no cuenta con el carisma de Spaeth, pero tampoco lo tiene su contrincante socialdemócrata, Dieter Spoerri.

En la báltica Kiel, Engholm parece reinar sin problemas, pero no hay que olvidar que Schleswig-Holstein ha sido tradicionalmente un feudo conservador.

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